Avidez de empresarios argentinos por cerrar negocios con los chinos

Fuente: Clarín

Faltaba media hora para el comienzo y a las 8,30 no cabía un alfiler en el salón más grande del hotel Intercontinental.

A razón de cuatro argentinos por cada chino, en otra muestra de la desesperación por concretar algún negocio, ayer había cerca de 800 personas tratando de hacerse entender a través de algún traductor, por señas o recurriendo a un inglés básico. Mal no les fue. En cuatro horas se firmaron acuerdos entre privados por US$ 1.000 millones, que abarcaron desde productos de soja con valor agregado, carne congelada, mariscos, lanas, frutas, jugos frutales, maderas, glicerina y vinos, que buscarán compensar el abultado déficit comercial que Argentina mantiene con China.

“Acá está la verdad de la relación”, se entusiasmó Diego Guelar, el canciller honorario del opositor PRO. “En mercados como Europa o EE.UU. podemos crecer en torno al 1 ó 2% anual. Con China nos podemos plantear tasas de dos dígitos”, insistió. Para Silvia Simonit, experta en China de la Universidad de Rosario, la clave estará en la implementación. Y de eso daban prueba los propios chinos quienes preguntaban de manera infatigable, incluso obsesiva, cómo iban a cumplir con los embarques.

Carlos Spadone, titular de la Cámara de Comercio Argentina- China, había sentado en primera fila al embajador uruguayo, Guillermo Pomi. Acaricia un mega proyecto, la construcción del puente Buenos Aires-Colonia para lo que dispondría de un préstamo laxo del Eximbank chino por US$ 800 millones. Los representantes de Dalian, el coloso de la construcción china, hacían gala que Beijing dispone de US$ 500.000 millones para invertir en el exterior.

Jiag Zengwei, titular de la cámara que aglutina a las compañías privadas en China, destacó el desarrollo vertiginoso de las empresas de su país y señaló que están en plena reestructuración de la economía. Claro que fue tajante al señalar la importancia del libre comercio y el combate al proteccionismo. “Con Argentina buscamos una relación sana y sustentable”, dijo al recordar el viejo proverbio, “un solo árbol no constituye la selva”, para señalar todo lo que falta. En la misma línea, los ejecutivos de Sancor, que les vende leche maternizada y todo tipo de quesos, describían un camino arduo.

Jorge Bacher, socio de Price Waterhouse, destacó por qué estamos en el mapa de Beijing. “El mayor potencial por el petróleo no convencional, la alta eficiencia de la agricultura, la potencia a desarrollar en infraestructura y la necesidad de expandir nuestro sistema financiero, son un imán para el tipo de inversiones que realiza China”, dijo a Clarín.

Entre los asistentes había abogados asesorando sobre los contratos. En eso estaban Silvia Fiezzoni, del estudio Béccar Varela y Liliana Bein. En los pasillos y en las salas de reuniones se tejían otros acuerdos. Tina Zhen contaba que en su país están locos por el fútbol, un deporte que está ganando masividad. Macri, precisamente, dio el puntapié inicial con las escuelas que están naciendo allá de la mano de Boca. Y ya se anotó River para la misma experiencia. Fernando Vilella, consultor, junto a la firma Arbolito y el Conicet logró exportarles genética porcina. Y Roberto Cavanagh, de Sojatex, los entusiasmó con el nuevo cinturón verde en torno al río Negro. Claro que para Spadone aún no es hora de brindis. Los chinos cobran un arancel de 25% para la importación de vinos. “En eso estamos trabajando”, anticipó Oscar Solís de Agricultura.

El grupo JDB, que elabora un té de hierbas comercializado en una latita como las de la Coca Cola tuvo una experiencia curiosa. Como le demoraban la autorización para importarlo tuvo que comprarle el cargamento a un supermercado. Ayer convidaban la bebida con la etiqueta que decía que había sido traído nada menos que desde Taiwán. Pero ningún chino se ofendió. Tampoco, el embajador Yin Hengmin que con esta visita culmina su carrera diplomática en la Argentina.