Fuente: El universal.com
Para los inversores chinos Brasil ya no es más la tierra prometida. Tras su gran ofensiva en busca de materias primas como el mineral de hierro y detrás de un promisorio mercado para sus bienes de consumo, los ejecutivos chinos suenan cada vez más frustrados con el estancamiento del crecimiento económico de Brasil, los elevados costos y lo que perciben como un reacción política contra su presencia.
Y como resultado, las inversiones chinas están cayendo y hasta dos tercios de los cerca de 70.000 millones de dólares en proyectos anunciados desde el 2007 están congelados o fueron cancelados, según recientes estudios y entrevistas con funcionarios chinos y brasileños, informó Reuters.
La inesperada caída, que según inversores y analistas será difícil de revertir en el corto plazo, privaría a la estancada economía brasileña de lo que alguna vez pareció ser una fuente asegurada de crecimiento en los años por venir.
“El ardor por invertir en Brasil se está desvaneciendo. Operar en Brasil es un desafío enorme”, dijo Zhang Dongxiang, presidente ejecutivo de la unidad brasileña del Bank of China Ltd, uno de los cuatro mayores bancos comerciales del Estado chino.
En una inusual entrevista en su oficina de Sao Paulo que incluyó algunas de las críticas más agudas realizadas hasta ahora por un líder empresarial chino en Brasil, Zhang se quejó de la creciente hostilidad del público brasileño y también de las políticas “proteccionistas” aprobadas por el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
“La opinión pública a veces parece estar contra la inversión extranjera (…) como si volviera menos competitiva a la industria local”, dijo. “Son ideas anticuadas”.
Aunque algunas empresas chinas están teniendo éxito en Brasil, dijo, “muchas están teniendo dudas”.
GRANDES ANUNCIOS, MENORES RESULTADOS
La contracción de los flujos de inversión entre dos de las mayores economías emergentes plantea dudas sobre la fortaleza de los movimientos de capital “sur-sur” y llega en momentos en que China se aparta de las políticas centradas en la inversión y va hacia un modelo más basado en el consumo.
Aún así las inversiones chinas en Brasil continúan muy por encima que en la década pasada.
Empresas como CNOOC Ltd y China National Petroleum Corp, que la semana pasada compraron derechos de producción en el gigantesco yacimiento petrolero brasileño Libra, continúan viendo oportunidades en Brasil.
Otras con planes de expansión incluyen a China Construction Bank Corp , que esta semana acordó comprar por 1.620 millones de reales (726 millones de dólares) un 72 por ciento del Banco Industrial e Comercial SA brasileño.
Además, China continúa siendo el mayor socio comercial de Brasil gracias a la demanda de materias primas y las exportaciones se han mantenido estables.
Pero la euforia de hace tres o cuatro años, cuando los políticos esperaban que las inversiones de China remodelaran los flujos comerciales de Brasil y financiaran miles de millones de dólares en infraestructura que el país suramericano necesita desesperadamente, claramente se esfumó.
Y aunque es cierto que los inversores de todo el mundo han perdido algo de entusiasmo por Brasil en los últimos años, la evidencia sugiere que el aumento y la caída del interés chino fue particularmente abrupto.
El resultado es especialmente decepcionante para el sector agrícola brasileño, que hasta hace poco tiempo veía a China como la principal solución para su dilapidada red de carreteras, vías de tren y puertos que complican la exportación de sus cosechas.
“No conozco un sólo proyecto chino de infraestructura que haya salido de los planos”, dijo Edeon Vaz, que supervisa la logística para Aprosoja, la mayor cooperativa de productores de soja de Brasil.
¿TIGRE ASIATICO?
La reciente experiencia de China en Brasil parece ser una de enormes expectativas, seguida por dudas.
Después de años enviando misiones comerciales a Brasil pero sin abrir la billetera cerrada, las compañías chinas anunciaron abruptamente en el 2010 una andanada de proyectos por miles de millones de dólares. Ese fue el año cuando la economía brasileña creció un 7,5% y parecía haber entrado en una era de expansión comparable al de los tigres asiáticos.
Las inversiones fueron más allá de los productos básicos, tradicionalmente el foco de China en América Latina.
Compañías como el fabricante de automóviles Anhui Jianghuai Automobile Co, también conocido como JAC Motors, y el proveedor de telecomunicaciones Huawei Technologies Co Ltd anunciaron inversiones centradas en la creciente clase media emergente de Brasil.
La mayoría de los analistas concuerda en que el repentino interés por Brasil, liderado por compañías estatales, fue parte de la decisión estratégica de Pekín de diversificar sus mercados de consumo después de la crisis financiera del 2008-2009 y el estancamiento en Estados Unidos y buena parte de Europa.
Pero desde entonces, pocas cosas salieron bien.
La economía brasileña se enfrió rápidamente, creciendo sólo un 0,9% en el 2012, y sus consumidores están tapados de deudas. Mientras tanto, el Gobierno ha tomado varias medidas que hacen que los inversores chinos no se sientan bienvenidos.
Algunas medidas, como un aumento de impuestos a los autos importados en el 2011, que llevó a JAC Motors a amenazar con suspender la construcción de una nueva fábrica en Brasil, fueron parte de una estrategia proteccionista que apuntaba a todos los países por igual.
Pero otras, como una ley del 2010 que restringe la compra de tierra por parte de extranjeros, fueron el resultado del miedo a que los chinos estuvieran apoderándose de demasiados recursos naturales en Brasil.
En privado, funcionarios del Gobierno brasileño expresan su temor de que China está principalmente interesada por asegurarse materias primas de forma poco beneficiosa para los brasileños y al mismo tiempo inunda el país con sus bienes de consumo de bajo costo.
Mientras tanto, las cifras comerciales muestran que apenas tres productos básicos -el mineral de hierro, el petróleo y la soja- y sus derivados, continúan representando un 80% de las exportaciones brasileñas a China.
Y eso irrita a los funcionarios del Gobierno de Rousseff, que esperaban que a esta altura manufactureros brasileños como el fabricante de aviones Embraer SA hubieran logrado más avances en el mercado chino.
Pero los funcionarios chinos responden que la industria brasileña debe ser más competitiva para vender en su país.
Derek Scissors, un experto en inversiones del American Enterprise Institute, un centro de estudios en Washington, sostiene que la explosión de las inversiones seguida por la retirada es “un comportamiento absolutamente clásico chino”, similar a lo ocurrido en años recientes en el Africa sub sahariana.
“Lo que ocurre”, dice Scissors, “es que la gente empieza a decir ‘Espera un poco, estamos teniendo un enorme déficit comercial con China. Ellos están invirtiendo 20.000 millones de dólares y agarrando todos nuestros recursos. ¿Somos una colonia?'”.
XENOFOBIA
En Brasil, la incomodidad con China no es sólo cosa del Gobierno.
Sindicatos y grupos industriales critican habitualmente a China. En una feria internacional de productos textiles en Sao Paulo la semana pasada, cientos de manifestantes denunciaron lo que describieron como prácticas comerciales injustas de China.
Cientos de personas también protestaron la semana pasada contra la participación de petroleras extranjeras en la subasta de derechos del yacimiento Libra, en la que firmas europeas y chinas obtuvieron los derechos a perforar el mayor yacimiento descubierto hasta ahora en Brasil.
Las manifestaciones llevaron a Rousseff a advertir contra la “xenofobia” que, dijo, podría ahuyentar el capital extranjero.
Y las empresas chinas lo percibieron. Por varias razones, muchas inversiones anunciadas con bombos y platillos en años recientes parecen estar ahora en el limbo.
Algunos de esos proyectos, incluyendo una línea de ferrocarril de 5.000 millones de dólares en el oeste de Brasil que compañías chinas dijeron estar interesadas en construir en el 2011.
El proyecto todavía no obtuvo financiamiento de los bancos chinos de inversiones y podría acabar siendo retomado por inversores surcoreanos y europeos, dijo el secretario de logística del estado de Mato Grosso, Francisco Vuolo.
El plan de Chongqing Grain Group Corp’s de construir un complejo de procesamiento de soja de 2.000 millones de dólares en el estado de Bahía, anunciado en marzo del 2011, se tradujo hasta ahora en apenas un 15 por ciento de la inversión prevista, dijeron funcionarios.
“Los chinos se retrasan mucho al hacer las cosas”, dijo Josalto Alves, un portavoz del departamento de Agricultura de Bahía. “Se centran mucho en negociar”, agregó. No fue posible contactar a ejecutivos de Chongqing.
Huawei, el proveedor de telecomunicaciones, trasladó hace poco su cuartel general regional a Argentina. Una portavoz de Huawei dijo que la decisión obedeció a que el mercado brasileño está “volviéndose maduro”.
En total, de las inversiones chinas anunciadas entre el 2007 y mediados del 2012, apenas una tercera parte, medidas en valor, fueron completadas o están en proceso de implementación, según un estudio publicado en junio por el Consejo de Negocios China Brasil, un grupo con sede en Río de Janeiro.
El resto -unos 44.000 millones de dólares- están “aún bajo negociación o siendo evaluadas”, dijo el Consejo de Negocios.
LA FIEBRE ACABO
Otros países no perdieron interés en Brasil de la misma forma. Pese a los problemas económicos, la inversión extranjera directa se mantiene relativamente estable desde el 2010, con fuertes flujos desde Estados Unidos, Japón y otras naciones.
Scissors dijo que Brasil sigue siendo un mercado bastante atractivo para los chinos. Pero, explicó, Pekín parece haber cambiado nuevamente sus prioridades, centrando desde fines del 2011 sus inversiones en Estados Unidos y Canadá, en especial.
“No vamos a tener otra fiebre (por Brasil) al menos por algunos pocos años más”, dijo.
Y eso coincide con la visión de Zhang, el presidente del Bank of China en Brasil.
El ejecutivo dijo que su banco, cuyos clientes incluyen a compañías chinas que operan aquí y también grandes empresas brasileñas como Petroleo Brasileiro SA, pretende incrementar su capital en unos 100 millones de dólares en los próximos meses.
Zhang describió eso como un “buen estímulo” para el crecimiento futuro en Brasil.
Pero al ser consultado sobre si las inversiones se recuperarían en los próximos cinco años, Zhang fue cauto.