Fuente: El Semanario
Pareciera sorprender, a algunos hasta insultar, retomar el tema de China en plena crisis del COVID-19. Sin embargo existirá con certeza un “día después” de la crisis e, incluso, muy probablemente la posibilidad de que las actividades socioeconómicas “convivan” con el COVID-19 hasta que se encuentre una vacuna contra el coronavirus. La relación con China –la economía más grande del mundo desde 2014, medido en paridad de poder de compra según el Fondo Monetario Internacional– será fundamental para países como México: más allá de nuestra alta dependencia socioeconómica con Estados Unidos –y acrecentada con el recientemente negociado Tratado entre Canadá, Estados Unidos y México (TMEC)–, China no es una opción, sino que una necesidad a la que los sectores público, privado y académico deberán hacer frente, más allá de las (auto)presiones de la Administración Trump.
China es nuestro segundo socio comercial desde 2003; aquí trataremos con mayor detalle la enorme oportunidad que China representa en materia de Inversión Extranjera Directa (IED). En general, destaca que México no ha sabido aprovechar el potencial de inversión chino en México durante 1999-2019: la reciente información de la Secretaría de Economía (SE1 en su Informe Estadístico sobre la IED hasta 2019) refleja la atracción de que la IED china en México ha rotundamente fracasado en el siglo XXI. Para 1999-2019 la IED china acumuló 1,248 millones de dólares o el 0.22% de la IED total recibida por México en el mismo período y en 2019 cayó en -66%; incluso si contabilizamos a Hong Kong –resulta incomprensible por qué la SE distingue entre Hong Kong y la República Popular China en pleno siglo XXI, sin buscar generar dificultades diplomáticas–, la participación de China en 1999-2019 y en 2019 fue de 0.38% y 0.51%, es decir, significativamente por debajo del 1% de la IED que México ha recibido, y con una tendencia muy errática en la última década. La hasta hace un par de meses señalada diversificación de México, al menos en el rubro de la IED, no se ha logrado. Desde hace más de un lustro que China es la segunda fuente de la salida de IED global, sólo después de Estados Unidos.
También hace apenas un par de semanas la Red Académica de América Latina y el Caribe (Red ALC-China) publicó su informe anual de la inversión china en América Latina 2020, con una metodología de registro de la IED diferente a la SE. En este caso la IED china, y con base en 90 transacciones durante 2000-2019, acumuló 7,924 millones de dólares, es decir, 6.3 veces más que lo registrado por la SE. Más allá de este detalle, llama la atención que la IED china en México en 2019 –de 853 millones de dólares– apenas representó el 31.21% de 2017, el máximo alcanzado. El Monitor de la Red ALC-China 2020 refleja, y a diferencia del resto de América Latina y el Caribe (ALC), que la IED china en México se caracteriza por inversiones en manufactura y servicios: Hutchinson Ports, JAC, Huawei, ZTE, Minth, Johnson Electronics y docenas de inversiones adicionales reflejan objetivos diferentes a la IED china en ALC, y particularmente en Brasil, Argentina, Chile y Perú.
No obstante las diferencias de registro anteriores, tanto la SE como el Monitor de la Red ALC-China coinciden en el fracaso de la atracción de IED china en México: las esperadas masivas inversiones chinas –como resultado de las tensiones con Estados Unidos desde 2018– no se han realizado en México, no obstante las expectativas de los sectores público y privado que esperaban “automáticas” masivas inversiones chinas –y estadounidenses– en México.
Lo anterior invita a cuestionar las (ilusas) expectativas de diversos sectores en México –la IED china caería como “maná del cielo” ante las diferencias con Estados Unidos– y a la falta de seriedad por parte de la SE y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en las últimas décadas y desde finales de 2018: no olvidemos que en 2020 México tiene la Presidencia del Foro CELAC-China y al día de hoy no existe un programa de objetivos y actividades público, más allá de fotos y eventos seguramente atractivos para los medios.
Como se ha venido insistiendo en esta columna y en el Cechimex, es indispensable comprender las actividades de China desde una perspectiva de corto, mediano y largo plazo –qué bueno que sólo China, no ha sido el caso de Estados Unidos, sea un proveedor de cubrebocas, ventiladores y respiradores en el corto plazo ante las insistencias del Presidente de México, y, ahora sí, se logren intercambios con su contraparte, Xi Jinping–, pero el Ejecutivo, Legislativo, organismos empresariales y académicos, tienen la responsabilidad de ir más allá de cortoplacismos: existe una agenda estratégica México-China con docenas de propuestas a las que la SE y la SRE no han respondido y, mucho menos, a los intereses de China: permitir una “asociación estratégica integral” acordada en la última visita del presidente Xi Jinping a México en 2013, así como la membresía de México a la Iniciativa de la Franja y la Ruta y al Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura, entre otros; las instituciones bilaterales han sido buenas para “los discursos, fotos y encuentros” –todos relevantes–, pero sin monitoreo y evaluación alguna de los resultados obtenidos por el momento, tampoco desde diciembre de 2018.
Volviendo al tema inicial, la IED china en México y el potencial de diversificación de México, ¿será posible?, ¿qué institución del Ejecutivo se interesará y hará responsable del tema? ¿Qué institución desde diciembre de 2018 es la encargada de la relación estratégica con China, puntualmente en el ámbito del fomento de la IED?
Seguir con cortoplacismos y malas informaciones que se le presentan al Presidente en México tendrán grandes costos socioeconómicos en el corto, mediano y largo plazo para México.