Fuente: La IzquierdaDiario
En su visita a China, Cristina Fernández reforzó los lazos con el gigante asiático, y agregó nuevos acuerdos que junto con los que se habían concretado en julio pasado, cuando el presidente chino Xi Jinping visitó el país, suman ya 31 mil millones de dólares.
Las respuestas a los compromisos alcanzados suscitaron tantas críticas como elogios. Están los sectores empresarios que se frotan las manos porque esperan participar de alguna tajada de los negocios, y los que adelantaron preocupaciones por la opacidad de las condiciones (o su alto grado de generalidad), y por las consecuencias que tendrá la preferencia para el capital chino en las licitaciones de los proyectos involucrados en los convenios. Estas últimas pasarán a ser una mera formalidad, con garantías de que los prestamistas serán los adjudicados.
No obstante estas objeciones despertadas por las tratativas express realizadas por el gobierno en sus últimos dos años de gobierno, con consecuencias que se sentirán durante largo tiempo, e incluso las dudas sobre el grado en que puedan concretarse las obras expresadas ayer por Clarín, todos los sectores del empresariado y los partidos políticos que los representan, coinciden con pequeños matices, en el carácter estratégico de la relación con China.
Estratégico, ¿para quién? Nada más ni nada menos para que estas grandes empresas puedan seguir llenándose los bolsillos. Durante esta semana, mientras reflejábamos en La Izquierda Diario los actos de la presidenta y sus ministros con funcionarios chinos (que pueden leerseacá, acá y acá), hemos discutido el rol de China en la economía mundial, y particularmente en América Latina, contando con contribuciones de investigadores especializados.
Lejos del entusiasmo que guía el “consenso de Bejing”, el nuevo paraíso prometido para los países emergentes que sepan aprovechar sus “ventajas relativas” en su asociación con la economía asiática, la asociación estratégica con China en las actuales condiciones promete reforzar el carácter dependiente de las economías de la región, que es el que desde el vamos dicta los términos en los que esta asociación se viene desarrollando.
No puede sorprender que esto sea así, ya que, como reflejan los artículos de Ideas de Izquierda que reproducimos como parte de esta sección especial, el ascenso de China no pretende cuestionar el orden mundial capitalista trabajosamente forjado por las grandes potencias imperialistas para asegurar las ventajas del capital trasnacional. Lo que se propone China es traducir su creciente peso en un rol más gravitante. Su avance en los países mal llamados “emergentes” es una pieza central en ese objetivo.