¿Todos los caminos conducen a Beijing?

Fuente: Lucas Paulinovich para Brujulacomunicacion.com

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El secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral, realizó una ronda por China y Japón donde “ofreció” las ventajas para la explotación mineras a potenciales inversores. La “Alianza Estratégica” con China y el despojo del litio, el nuevo mineral estrella.

Parecería que por fuera de los foros mediáticos masivos, los funcionarios nacionales sufren un extraño arrebato de sinceridad, como si no ver los micrófonos de los medios nacionales les hiciera creer en un supuesta clima de confidencialidad donde puede revelarse los secretos que en “público” no conviene decir. Eso le paso al secretario de Minería, Jorge Mayoral. Recién terminaba su gira que lo tuvo presente como referente de la delegación empresaria argentina que –como los últimos tres años- participó de la Conferencia y Exposición “China Mining 2012”. “A China fuimos, vamos y deberemos seguir yendo”, confesó Mayoral, y como si pudiera pasar por casualidad o simple gesto de amabilidad, recordó el afán argentino de doblegarse ante las fortalezas de las inversiones chinas: “siempre se ha mirado hacia Estados Unidos y Europa. Hoy es hora de mirar a economías emergentes, como por ejemplo China”.
No es casual la camaradería: el kirchnerismo ha fundado su política exterior en la “Alianza Estratégica” con el país asiático. Y no es descabellado ese servilismo dentro del “modelo” del Gobierno nacional: el Estado argentino recauda anualmente unos 25 mil millones de pesos por la soja, algo más de la mitad del total de los derechos de exportación que recibe (fueron 45 mil millones en 2010)… y el principal comprador de soja es, justamente, China.
Se trata del segundo socio comercial de la Argentina, pero ocupa un trozo del mercado que lo vuelve indispensable: el comercio con China representa solo el 10% de los intercambios nacionales. Pero no hay que comerse la curva: el hecho de ser el principal comprador de soja lo convierte en la columna vertebral de la estructura económica argentina. La presencia del gigante asiático en la economía latinoamericana es grandísima y desigual: a la Argentina, por ejemplo, le vendió, en 2011, 10.573 millones de dólares, y le compró solo 6.176 millones. Y la ambición imperial ansía la expansión: durante la visita este año del primer ministro chino, Wen Jiabao, se realizó una teleconferencia entre Cristina, Dilma Rousseff y José Mujica, donde el chino, ni lerdo ni perezoso, tiró la primera insinuación para la concreción de un Tratado de Libre Comercio con el bloque del Mercosur… una especie de ALCA pero en mandarín.
Los amigos que vienen a invertir
En 2010, cuando Pan American Energy (PAE, perteneciente en un 50% a la china Cnooc) compró los activos locales de Esso, China pasó del puesto 29 al tercer lugar entre los inversores extranjeros en la Argentina. Mientras PAE pertenecía a la British Petroleum, en 2007, el Gobierno nacional le había extendido la concesión del yacimiento de Cerro Dragón, uno de los más productivos del país, por 40 años (hasta 2047). Por esas vueltas de la vida, la gran beneficiaria ahora es la corporación china asociada al grupo Bridas. Las inversiones chinas, en los últimos años, han seguido un claro cronograma estratégico: apuntaron al arroz y al tabaco en el norte; a la soja y sus derivados; al biodiesel; al ganado vacuno en la región pampeana; a la madera y alimentos en el Litoral; al petróleo, al gas y a las tierras en la Patagonia; a los supermercados en 21 de las 23 provincias… y, también, a la obtención de hierro y litio, el nuevo mineral estrella (el 90% de las reservas de litio se encuentran en Bolivia, Chile y Argentina).
Fue justamente en el marco de un acuerdo de negocios para la explotación de este silenciado mineral las declaraciones de Mayoral, que en su ronda también pasó por Tokio para presentar el “Seminario de Oportunidades de Inversión Minera en Argentina”, como si se tratara de una venta a domicilio: “Aspiramos a que la Argentina sea acompañada promocionalmente en el Este asiático por otros países de nuestra región. Los recursos financieros son igualmente finitos que los recursos minerales, por eso tenemos la necesidad de ser agresivos promocionalmente”, se sinceró Mayoral.

El robo del litio
En agosto pasado se realizó, en Nueva York, la presentación del proyecto de inversión de la firma australiana Orocobre para la extracción de litio en el Salar de Olaroz, en Jujuy. En junio Cristina Fernández había dado el visto bueno, reunida con los representantes de la empresa y con el gobernador jujeño, Eduardo Fellner. Era una primera etapa de cumplimiento del Acuerdo Federal Minero, que en marzo firmaron las provincias que integran la Organización Federal de Estados Mineros (Ofemi): entonces, la empresa Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse) se incorporó con un 8,5% de las acciones a Sales de Jujuy S.A., la sociedad que explotará el proyecto, tal como denuncia el periodista Marcelo Zlotogwiazda en una nota para el diario El Cronista Comercial, elocuentemente titulada “Borombombom, borombombom, es un afano, ¡suspéndanlo!”. Uno de los principales financista del proyecto es nada menos que la Toyota, cuya participación se debe a que el carbonado de litio es un insumo indispensable en la fabricación de baterías que alimentarán a la próxima generación de autos eléctricos.
La empresa explotadora reconoce abiertamente las grandes ventajas del negocio: los costos operativos por tonelada de carbonato de litio son de 1.512 dólares. El precio del producto, según los cálculos más pesimistas, es de 6 mil dólares. El margen operativo que les queda, entonces, es de aproximadamente 4.500 dólares por tonelada… con las 16.500 toneladas que se estima producir anualmente, la ganancia alcanza los 75 millones de dólares al año. Y de esa enorme torta, al Estado solo le quedará la muy pequeña regalía provincial, el impuesto a las ganancias y el pedacito que le corresponde a la provincia por su participación accionaria. Obviamente es un negocio tentador: la empresa reconoce una inversión de 206,7 millones de dólares… con esos números, el dinero se recuperará en solo tres años y, luego, quedarán otros 37 años de concesión para el disfrute pleno de las ganancias. Por esa razón se sumó (entre otras empresas, con capitales estadounidenses y australianos, que ven suculentos y muy rápidos beneficios en los potenciales yacimientos del norte argentino), en un emprendimiento similar también en el Salar de Oloroz, la canadiense Lithium América, cuyos socios son Magna International (una multinacional canadiense) y la japonesa Mitsubishi.
Las visitas no se dan por casualidad ni simple deferencia diplomática: las palabras de Mayoral adquieren su sentido indudable cuando se las observa en contexto.

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