Fuente: Russian Beyond the Headlines
Una silenciosa pero dura batalla subterránea se está gestando en estos tiempos en la Argentina alrededor de los negocios comerciales, los recursos petroleros, la minería y las obras de infraestructura que se disputan por lo menos tres grandes países: los Estados Unidos, China y Rusia.
.A primera vista hay en juego una veintena de licitaciones internacionales en marcha que puso a disposición la Casa Rosada y por las que ya empezaron a competir los tres países que manejan actualmente la geopolítica mundial.
En este contexto Rusia y China cuentan con grandes ventajas en relación a los Estados Unidos si se tiene en cuenta que la presidenta Cristina Kirchner acaba de sellar alianzas estratégicas con los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping, que estuvieron por Buenos Aires en sendas visitas oficiales.
No sólo esto: la desventaja de Washington respecto de Pekín y Moscú se profundizó porque la Argentina mantiene una fuerte disputa con la administración de Barack Obama a raíz de la puja contra los fondos buitres, que por un fallo del juez norteamericano Thomas Griesa reclaman a Buenos Aires más de 4.000 millones de dólares.
En el plano de la puja por la energía nuclear con fines pacíficos China y Rusia mantendrán una clara competencia en la Argentina. El ministro de Planificación, Julio De Vido, ya avanzó en un acuerdo con la empresa China National Nuclear Corporation (CNNC) para la construcción de Atucha III con uranio natural y agua pesada. Pekín pondrá 2000 millones de dólares iniciales y luego 34.000 millones de pesos.
El otro proyecto de energía nuclear es el de Atucha IV, que tendrá agua liviana y uranio enriquecido. A la prelicitación ya se presentaron empresas de los Estados Unidos, Francia, Japón, Rusia, China y Corea. Pero en el Gobierno aseguran que, por el tipo de tecnología por utilizar, los rusos tienen “altas posibilidades” de ganar esa licitación.
De Vido ya adelantó sus preferencias por Rusia y China en la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que se realizó en Viena en agosto pasado, cuando se reunió con el secretario de Energía de Estados Unidos, Ernest Moniz. Allí le comunicó al funcionario norteamericano que Washington quedó relegado del proyecto de Atucha III, porque China tiene la tecnología Candú, que se usará allí, y aportará financiamiento directo.
El aporte financiero directo para los emprendimientos que se van a desarrollar en la Argentina no es un tema menor para un país que no logra acceder al crédito internacional, por estar en default. En este caso, China le asegura a la Argentina dinero fresco por el traspaso de unos 11.000 millones de dólares a través de swaps que ya empezaron a hacerse efectivos.
De todas maneras, en la competencia por el petroleo de la Argentina en el yacimiento de Vaca Muerta, situado en la Patagonia y uno de los más grandes del mundo en cuanto a energía no convencional, los norteamericanos han avanzado sustancialmente respecto a sus competidores rusos o chinos.
La empresa Chevron selló un polémico acuerdo confidencial con el gobierno de Cristina Kirchner que contempla una estabilidad tributaria absoluta, garantías de que la empresa podrá enviar dividendos al exterior y la posibilidad de fijar la jurisdicción extranjera para dirimir cualquier disputa con YPF.
En medio de esta disputa, una misión comercial de Rusia llegó recientemente a Buenos Aires para avanzar en eventuales acuerdos petroleros con YPF por Vaca Muerta. La misión la encabezó el viceministro de Desarrollo Económico de Rusia, Oleg Fomichev, fue acompañado porempresarios de companías líderes en el sector de petróleo y gas, como OMZ, Uralmash, REP Holding, GPB Global Resources, Enex y Eriell Group, entre otras. Todas estas mantuvieron reuniones con el ministro de Economía, Axel Kicillof, y cuenta con el respaldo financiero de Gazprombank que también sumó a sus directivos por la gira de Buenos Aires.
“Hay muchas expectativas de negocios con Rusia”, sintetizó un destacado funcionario de la Casa Rosada luego de esa ronda de encuentros con empresarios rusos.
Por otra parte, la Argentina quiere potenciar el comercio de alimentos con Rusia y aprovechar las sanciones que impusieron la Unión Europea y Estados Unidos a Moscú por su posición frente al conflicto de Ucrania. En el Ministerio de Agricultura que conduce Carlos Casamiquela se muestran optimistas: creen que la Argentina podrá aumentar la venta de carnes y lácteos a Rusia en un 25%.
Como contrapartida, la Argentina envía a China el 60 % de la producción total de su soja y, según datos de la Dirección de Negocios Internacionales, que dirige Marcelo Elizondo, el año pasado las exportaciones de la Argentina a China fueron por 6.358 millones de dólares.
Hay a su vez, unos 15 proyectos de infraestructura que se dispone a licitar en lo inmediato la Argentina, por un costo total de 16.966 millones de dólares. Allí está contemplada la construcción de cuatro hidroeléctricas en Neuquén, un dique en Santiago del Estero, un programa hídrico en Santa Cruz y otra central hidroeléctrica en San Juan, entre otros planes.
Ya se realizó la apertura de las ofertas económicas de la licitación pública para la hidroeléctrica Chihuido I, en Neuquén, donde competirán empresas chinas y rusas. En Moscú se ilusionan con ganar esta licitación porque China ya obtuvo el proyecto de las represas Kirchner y Cepernic, en Santa Cruz.
Por otra parte, en el ámbito de la minería, los rusos han avanzado bastante en los negocios en la Cordillera de los Andes. Taras Nechiporenko, CEO de la minera San Jorge (ubicada en Mendoza y que tiene proyectada una inversión de unos 600 millones de dólares), dice que la Argentina “es tierra de oportunidades”. Claro que no es el único que competirá por los minerales aquí: también hay empresas canadienses, australianas y norteamericanas que pisan fuerte en este rubro altamente competitivo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) redujo de 1% a 0,2% la proyección de crecimiento de la Argentina para este año y los últimos datos de inversión directa extranjera que emitió esa comisión reflejan que hubo un fuerte retroceso de las inversiones en la Argentina. No obstante, hay muchos empresarios extranjeros que piensan que el país sigue siendo un buen lugar donde hacer negocios.