Fuente: Marcadorint
Qué bonito sería que convertirse en el mejor del mundo en algo fuera cuestión de proponérselo. Es un privilegio que sí parece tener China, una de las principales potencias económicas del planeta, que se fijó como meta hace unos años una de las pocas cosas que aún le falta por conseguir: llegar a ser la referencia global del fútbol en 2050. Desde aquella resolución, que parece casi un propósito de año nuevo a escala estatal, nada ha vuelto a ser lo mismo, ni para China ni para el fútbol. Siguiendo los deseos de su gobierno, el fútbol entró de lleno en la vida de los empresarios chinos, y los empresarios chinos en la vida del fútbol. Las inversiones de los magnates del gigante asiático no han dejado de florecer en los últimos años por todo el planeta: propietarios de clubes, sponsors de competiciones y empresas de servicios y materiales deportivos han llegado para quedarse a un mundo que hace poco les era desconocido. Muchas de estas inversiones, no obstante, siguen marcadas por la sombra de la duda. Y es que, como profundizaremos en este texto, no es raro pensar que parte de las decisiones empresariales por las que estos inversores han participado en el mundo del fútbol van más allá de lo empresarial y mucho más allá del fútbol.
El primer acercamiento del gobierno chino a la industria global del deporte fue en los años 80, en los que se promovió una “Opinión Orientativa” por parte de la administración para animar a las empresas deportivas locales a expandirse y buscar un mayor desarrollo. Las directrices, sin embargo, no eran muy claras y obtuvieron poco resultado. Ya en 2014, el gobierno del Presidente Xi Jinping, un reconocido fanático del fútbol, detalló un plan de actuación para convertirse en la referencia mundial del deporte para 2050, con el fútbol siendo un eje diferencial de este proyecto. Este plan partía de medidas públicas, como la obligación de que los niños jugaran al fútbol en las escuelas todas las semanas o la financiación de proyectos locales, pero dependía de la inversión privada. La economía china, con toda su maquinaria, viró en la dirección que marcaba la nueva directiva política.

“De 2015 a 2017 hubo una fiebre del oro con el fútbol en China”, nos explica Simon Chadwick, profesor experto en Economía y Deporte Eurasiático en la Lyon Business School, “las empresas compraron clubes, servicios deportivos, contratos de sponsorización, etc.”. Pero, ¿por qué este “boom”? Para ser una referencia en el sector, había que importar y exportar talento, aprender de los expertos y estudiar los sistemas más rentables. China, a través de sus empresas, habría plantado sus semillas en el mundo del fútbol en los cinco continentes para aprender a dominar la industria desde dentro. “Sencillamente, las empresas en China nunca están a más de uno o dos pasos de distancia del Estado. Si el Gobierno quiere que algo ocurra, permitirá e incentivará a las empresas para que actúen en su nombre con nuevas normativas. Si hay algo que el Gobierno chino no quiera que suceda, implementará medidas para evitar que se haga. El problema es que esas medidas pueden ir desde negar una licencia a la desaparición de líderes empresariales chinos”.
En 2015, China fue el país extranjero que más dinero invirtió en clubes de fútbol europeos, según datos de la UEFA. En los dos siguientes años, las empresas chinas invirtieron más de 2.500 millones de dólares en el fútbol, comprando acciones, ya fuera de manera mayoritaria o no, en clubes como Inter Milan, AC Milan, Atlético de Madrid, Manchester City, Wolverhampton, ADO Den Haag o Slavia de Praga. “La mayoría de estos inversores no se han involucrado en el fútbol porque estén interesados en él, sino para posicionar sus propios productos en nuevos mercados”, señalan los profesores Aaron Smith y James Skinner de la Loughborough University, “Además, comprar un club europeo es una forma sencilla de sacar capital fuera del control de China”. Pronto, el gobierno chino tuvo que controlar y redirigir este “boom” del fútbol. “Estas inversiones en el extranjero dependían de préstamos bancarios provenientes de China, lo que ponía en riesgo su sistema financiero en caso de malos resultados”, profundiza Simon Chadwick, “En 2017, el gobierno impidió estos préstamos a lo que llamó inversiones irracionales y no relajó el control hasta 2019. Ahora, las inversiones tienen que pasar mayores controles y son más premeditadas, responden menos al hype de 2015”.

Pero, ¿por qué permitirlas en un primer momento y convertir un sector tan volátil como el fútbol en un pilar estratégico? Lo cierto es que las inversiones chinas en el mundo del fútbol no se limitaron únicamente a la compra de clubes y no se basaron únicamente en lo deportivo. Hay un caso muy representativo de esta diversidad, el cual desarrolló el propio Simon Chadwick en el canal de Youtube Tifo Football, como es la inversión china en el fútbol africano. Un ejemplo de esto se vio en la Copa África de Gabón en 2017. Gabón necesitaba construir dos estadios para albergar la competición, y ambos fueron financiados y construidos por empresas chinas. Como parte del acuerdo, los presidentes del gobierno de Gabón y China se reunieron en Pekín antes del torneo y reforzaron sus relaciones comerciales. El 14% de las exportaciones de Gabón van ahora a China y son eminentemente petróleo crudo y manganeso, imprescindibles para la creciente industria china.
“En África, las empresas chinas se relacionan directamente con los gobiernos locales en representación o junto al gobierno chino”, nos explica Chadwick, “Para sostener su crecimiento demográfico y económico, China necesita materias primas como combustibles, metales o minerales que se hallan en África. Las inversiones en estadios permiten establecer relaciones diplomáticas que aseguren estas transacciones, que es lo que pide el gobierno chino para aprobarlas”. En 2019, el plan fue el mismo con la Copa África de Camerún, exportador de petróleo, pero la CAF decidió meses después cambiar la sede a Egipto, que no exporta combustible. Aun así, Huawei, empresa china, se convirtió en sponsor del torneo, en visas a una futura implantación del sistema 5G en el continente. En 2010, China ya financió y construyó 4 estadios para la CAN de Angola y en 2008 también financió dos en Ghana.

Pero estas motivaciones no están reducidas al “lejano” continente africano. En Inglaterra, la cuna del fútbol, se ha producido un extraño fenómeno. En las Midlands, la región central del territorio, varios de los clubes más importantes han pasado a manos chinas. El Wolverhampton, el West Bromwich Albion y el Birmingham tienen propietarios chinos, y el Aston Villa lo tuvo pero fue recientemente vendido a un magnate egipcio. La región es de una gran importancia estratégica en la construcción del High Speed 2, el nuevo sistema ferroviario de alta velocidad que vertebrará Inglaterra. Las Midlands unen las dos secciones en las que está dividido el proyecto, cuyo coste total es de unos 60.000 millones de euros.
Varias empresas chinas ya han invertido sustancialmente en el proyecto con la intención de asegurarse contratos de construcción que serían de gran beneficio para la economía china en su conjunto. Una de las empresas que más ha invertido en el proyecto es Fosun, la propietaria de los Wolverhampton Wanderers. Curiosamente, Wolverhampton es donde estaba también la sede de Carillion, la empresa encargada de parte de la construcción del High Speed 2 hasta su quiebra en 2018. Varios medios ingleses ya han informado de que el gobierno británico está negociando estos contratos de construcción con la Corporación Ferroviaria China, que ofrece hacerlo “en solo cinco años y por mucho menos dinero”. Una de las principales colaboradoras de esa corporación es Fosun. Además de todo esto, la propia existencia de la red ferroviaria optimizaría uno de los mayores negocios chinos en las islas: el transporte de mercancías desde ciudades portuarias como Southampton cuyo club de fútbol local, por cierto, también tiene un propietario chino.
“Cuando una empresa china compra un club suelen intentar hacerlo bien y relacionarse con la comunidad local, pero en la práctica son empresas chinas cuyo beneficio redundará eminentemente en China y cuyo comportamiento estará en mayor o menor medida moderado por su gobierno”, insiste Simon Chadwick, “Al final, para China, el fútbol no suele ser un fin, sino un medio para un fin mayor”. Aun así, a veces estas inversiones son positivas para los locales. Los empresarios chinos de Aston Villa y AC Milan compraron y suprimieron la deuda de ambos clubes al adquirirlos, si bien tuvieron que venderlos años después al cambiar la política en China a partir de 2017.

“No todo va sobre cobre o petróleo”, puntualiza Chadwick, “la inversión en Southampton también tiene que ver con el aprendizaje futbolístico, son un club con fama por su sistema formativo. China puede aprender y beneficiarse de esta relación para potenciar su fútbol”. No hay que olvidar que uno de los objetivos del país es el crecimiento de su propia industria futbolística. Su selección, no obstante, no ha mejorado aún en términos de ránking FIFA estos años, e incluso ha llegado a bajar algún puesto. La liga china, eso sí, logró pegar el pelotazo en cuanto a derechos televisivos, pasando de ingresar 50M$ por temporada en 2015 a cobrar 250M$ cada uno de los cinco siguientes años. En gran medida se debe a los fichajes de futbolistas de gran calado, si bien la mayoría en la fase final de sus carreras y a precios desorbitados. La captación de talento se ha convertido en prioritaria, lo que ha llevado a empresas chinas a tejer vínculos con agentes de jugadores. Fosun, por ejemplo, compró a través de una empresa filial el 20% de Gestifute, la empresa de Jorge Mendes, lo que le ha permitido surtir a los Wolves de talento y jugadores fuera de su mercado.
“Puede que en Europa no haya tantos recursos naturales, pero sí hay conocimiento en cuanto al fútbol”, señala Chadwick. Es un poco lo que ha sucedido en España, con inversiones chinas en Espanyol, Granada y Atlético de Madrid. “Si quieres aprender cómo jugar al fútbol vas a España. Claro que también podrías ir a Inglaterra, Italia, Holanda, Francia, pero, si te fijas, hay propietarios chinos en clubes de todos esos países”. LaLiga, además, ha recibido 40 millones de una Administración regional china para crear un “hub” de conocimiento, y ha llegado a un acuerdo con la Federación China de Futbol para la formación de jugadores chinos en España. “El fichaje de Wu Lei por el Espanyol es un ejemplo de cómo China actúa para desarrollar su talento”, apunta Chadwick, “hablamos de un país con ambiciones globales dispuesto a usar su red de inversiones para conseguir lo que quiere”.
En este caso, lo que quiere China es convertirse en una potencia mundial del fútbol para 2050, así que, o las prioridades de su gobierno cambian, o lo lógico es que nos vayamos acostumbrando a su presencia en el sector. Por supuesto, haber sido el desafortunado epicentro de una pandemia global puede poner en jaque sus intereses más inmediatos, pero no es descabellado pensar que el fútbol y China, en todas sus vertientes, van a ir de la mano para rato.