Fuente: ValorSoja
En la sala de recepción de la oficina porteña de Bodegas San Huberto no quedan dudas de cuáles son las pasiones de su propietario, Carlos Pedro Spadone, porque las paredes están colmadas de retratos de Juan Domingo Perón, Eva María Duarte –cuya figura, plasmada en un cuadro gigantesco pintado por un artista francés, domina el ambiente– y líderes del Partido Comunista de China. En la mesada descansan además objetos iconográficos de la nación asiática y dos vinos premiados de su empresa vitivinícola que emplea uvas tanto mendocinas como riojanas.
Spadone es uno de los empresarios argentinos que mejor conocen la dinámica política y económica presente en China, razón por la cual es el presidente de la Cámara Argentino China.
¿Por qué cree que está fuera de la agenda política argentina una mayor integración comercial con China, mientras que en Chile eso es asumido como una cuestión central?
CS: En 2004, cuando vino el entonces presidente de China Hu Jintao a la Argentina, nosotros tuvimos también la oportunidad de comenzar a reducir los aranceles que tenemos que pagar para exportar a China. Con el vino estamos pagando el 15%, mientras que Chile tiene arancel cero con contar con un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China; es una cosa increíble. Chile tiene arancel cero para frutas, hortalizas, pescados, mariscos y muchos otros productos. En aquel momento no se entendió en la Argentina lo que propuso la delegación china, tanto es así que Hu Jintao se fue muy enojado del país porque cuando en 2004 el presidente (Néstor) Kirchner visitó China, lo invitó al presidente chino a ir a ver en El Calafate el rompimiento de los hielos, esa cosa magnífica que tienen en Santa Cruz; ese día vino el Rey de España (Juan Carlos I) y Kirchner prefirió acompañar al Rey al Congreso de la Lengua en Rosario y dejó a Hu Jintao con una promesa incumplida. Una semana antes de que sucediera eso, me llama el embajador chino para decirme que a partir de la amistad que tenía con Hu Jintao, porque él había venido a la Argentina diez años antes, en 1994, como un hombre más con una delegación china, y quiso conocer Mendoza, las Cataratas (del Iguazú), Bariloche, y yo estuve acompañándolo; en Bariloche quedó muy sorprendido por la belleza del lugar. Entonces me propuso el embajador acompañar a Hu Jintao a Bariloche y desde ya me fui a Bariloche para recibirlo. Fuimos al Invap y al mediodía me brindó un almuerzo muy importante con todos los funcionarios chinos de la comitiva; eran más de veinte. Y estaba el embajador argentino en China de entonces, Juan Carlos Morelli, muy buena persona. Y por protocolo estuvo el gobernador (Miguel) Saiz de Río negro y el intendente de Bariloche. Éramos cuatro argentinos solamente. No había en ese almuerzo ningún miembro del gobierno nacional; podría haber ido algún ministro (nacional), porque en la mesa había ministros chinos; yo me senté al lado del ministro de Desarrollo de aquel momento, que hoy sigue estando en el gobierno de Xi Jinping, es el vicepresidente segundo del gobierno (central). Esa gente estaba muy enojada porque sufrió un desaire muy grande. El presidente Hu Jintao creía que Kirchner lo iba a acompañar a Santa Cruz, tal como le había prometido. Me quedé todo el día con él, visitando varios lugares de Bariloche; al día siguiente desayuné con él y su esposa y ministros y después los acompañé hacia el aeropuerto, porque se iban para Chile.
Para firmar el Tratado de Libre Comercio
CS: Sí. Por eso Chile tiene hoy grandes ventajas al comerciar con China. Nosotros perdimos esa oportunidad. Ahora deberíamos comenzar a gestionar un acuerdo comercial con China. En el gobierno de la señora Cristina Kirchner, entre los diferentes convenios que firmó con China en 2015, hubo uno que determinó la creación de un foro conformado por diez representantes de sectores empresarios chinos y otros diez argentinos. Se llamaba Fonac (Foro Negocios Argentina-China). Los muchachos de Cancillería armaron la primera reunión de ese foro a mitad de año y citaron a todas las cámaras; estaba la Unión Industrial Argentina (UIA), presidida entonces por Héctor Méndez, la Cámara Argentina de Comercio, la Cámara de Comercio (CAC), la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la Confederación General Económica (CGE), la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Admira), la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), el Ipcva, Wines of Argentina y yo por parte de la Cámara de Comercio Argentino-China. Ese día hablaron todos y yo tomé la palabra al final y les dije conozco China desde 1983, he ido todos los años dos o tres veces, tengo una bodega en China, tengo un hijo que vive en China, tengo un nieto que nació en Beijing, Lucas Spadone, mi relación en China es con el Partido Comunista de China, es decir, tengo relación directa con el partido que decide las cosas; les dije que podía poner todo eso a disposición del foro. Se votó. La UIA, por la prepotencia que tienen de querer proteger el acero y otros negocios, se opusieron; nosotros teníamos cuatro votos a favor para presidir el foro por el primer año y faltaba la definición de la CAC. En la primera reunión no se llegó a un acuerdo. El presidente de la CAC de entonces (Carlos de la Vega) me prometió su voto. En la segunda reunión del foro no vino el presidente, sino un delegado, quien me dijo que me iba a votar. Pero cuando llegó el momento de la votación, dice pido que se haga una nueva reunión porque yo no estoy en condiciones de votar. Esa nueva reunión no se hizo más y luego el gobierno (de CFK) se fue.
¿Y eso no volvió a retomarse por el actual gobierno?
CS: El embajador argentino en China, Diego Guelar, retomó algo similar, donde se va armar un nuevo foro con quince representantes empresarios y otras quince contrapartes chinas. El día 16 de septiembre de este año –que es día de mi cumpleaños, voy a cumplir 82 años–, Diego Guelar me informó que vamos a hacer la primera reunión y la Cámara Argentino China va a ser uno de los esos quince integrantes. Se va a organizar en la ciudad de Buenos Aires con la presencia de la secretaria de Comercio Marisa Bircher y de su par chino.
¿Ese podría ser el primer paso para comenzar a diseñar un Tratado de Libre Comercio con China?
CS: Ahí veremos que temas se van a tratar. Yo siempre lucho para tratar los temas que nos interesan, para que las exportaciones de pescados, mariscos, frutas, vinos y demás productos tengan un tratamiento tal que permitan en algún momento llegar al arancel cero, como tiene Chile.
¿El escollo para eso es el sector industrial nucleado en la UIA?
CS: Ellos querían vender rieles en determinado momento y los rieles chinos son iguales o mejores y más baratos. Querían instalar un gasoducto en Mendoza, pero los tubos chinos valían menos de la mitad. Si vamos a proteger a algunas grandes industrias, éstas pueden tener varios miles de empleados, pero las pymes en conjunto tienen muchos más.
¿Por qué tomó la decisión de comprar una bodega en China?
CS: Fui a China en 1983, no había vino ni uva para vinificar en aquel momento; sólo había uva de mesa, ojo de dragón se llamaba. En 1985 el ministro de Economía de China de ese momento me dice que el propósito del gobierno era comenzar a producir vino porque en China existe una bebida blanca, que se llama baijiu, elaborada con cereales, que tiene 45 a 50 grados de graduación alcohólica, esa bebida arruina a mucha gente; entonces pensaban en una bebida espirituosa con poca graduación, el vino tiene de 10 a 13 grados, y hacen una gran inversión en el sector. Hoy las bodegas más grandes del mundo están en China. Los viñedos más extensos del mundo también son chinos y van a seguir creciendo, porque el vino está reemplazando al baijiu, que es una bebida de 3000 años en la cultura china. Los 1500 millones de chinos va a tomar vino; hoy toman unos 400 millones, que es la clase media, pero todos los años a esa clase se incorporan otros 50 millones más. Se está imponiendo la costumbre de llevar botellas de vino cuando se visita la casa de un familiar o amigo, y cada uno se esmera en llevar el mejor vino; la costumbre del chino es brindar y en esos almuerzos o cenas se toman muchos litros de vino. En 2001 el gobernador de Hebei me dice que había una bodega en Huailai, que la había montado un municipio, pero no había funcionado bien, me dijo porque yo no ponía el conocimiento argentino para recuperarla. La bodega se había hecho porque estaba rodeada de viñedos, de gente que había comenzado a producir uva porque allá el margen del negocio es muy grande. Me comprometí entonces a hacerme cargo de la bodega, le dije es necesario hacer una sociedad anónima, me va a llevar unos seis meses, no, me dijo el gobernador, Spadone, en 24 horas usted tiene a titularidad de la bodega, pero tiene que llevar su nombre y se llama entonces Spadone Bodegas y Viñedos de Huailai. Empecé a hacer un vino con la uva de los colonos locales, que empezamos a mejorar, porque la calidad inicial era muy mala.
¿Llevaron cepas argentinas?
CS: Lleve un agrónomo argentino para que le enseñara a hacer los manejos culturales de los viñedos, porque los franceses que los habían capacitado, les habían enseñado todo mal, probablemente porque no querían que se desarrollasen. Llevé además a un enólogo con su familia. Hicimos un vino muy bueno, que se llamó “Tango Argentino”. Pero esa bodega podía llegar a producir nada más que tres millones de litros y eso es muy poco para el mercado chino. Entonces el gerente que tengo, que es chino, me propuso comprar parte de las acciones de la bodega si le daba plazo; es así que luego de varios años y con la ayuda de su suegro, un empresario chino, me compraron el 85% del capital de bodega; yo sólo tengo hoy el 15%. El chino, en vez de embotellar y vender, abre la bodega en septiembre, recibe la uva, elabora vino a granel y le vende toda la producción al vecino, que es una gran bodega controlada por COFCO, la corporación agroindustrial más grande de China. Entonces obtiene una utilidad del orden del 20%, termina el proceso, cierra la bodega y reinicia el ciclo el año siguiente.
En China se necesita una escala enorme para generar negocios viables…
CS: Así es. El día que queramos vender lácteos, por ejemplo, no puede ir una sola de las grandes empresas locales, tienen que ir la industria láctea en su conjunto; con las bodegas lo mismo.
Si el día de mañana Argentina lograse un TLC como el que tiene Chile, ¿cree que eso permitiría impulsar grandes inversiones en infraestructura y capacidad instalada? ¿Ese escenario es factible como fuente de desarrollo?
CS: China es el gran comprador actual y futuro. La solución nuestra para traer divisas es China: nos puede comprar todo lo que producimos y vamos a producir. Existe un proyecto chino de regar un millón de hectáreas en la Patagonia, donde los chinos hacen la inversión en canales y la irrigación, y los lotes se dividirían en 10 hectáreas para viveros, 100 hectáreas para horticultura, 1000 hectáreas para agricultura extensiva y 2000 a 5000 hectáreas para ganadería; se le daría terreno, casa y herramientas a las familias para trabajar una determinada área. Lo primero sería ofrecérselo a los argentinos para desarrollar alguno de los cuatro tipo de negocios. China se compromete a comprar toda la producción a precio de mercado internacional. Y todo lo que no quieran hacer los argentinos, vienen familias chinas.
¿Quién lo financiaría?
CS: El gobierno chino con alguna de las empresas de capital estatal.
Por eso años atrás capitales chinos intentaron impulsar la creación de una terminal portuaria en la Patagonia
CS: Sí. Hubo un proyecto en Río Negro para trabajar en el desarrollo de una gran superficie, pero no se pudo hacer porque se opuso el poder legislativo provincial. En ese momento se había pensado en unas 200.000 hectáreas con la ampliación del puerto de San Antonio Oeste. Eso lo hablé con el presidente Mauricio Macri. Incluso Macri le pidió a mi hijo, con el cual tiene alguna amistad, para ver cómo se podía desarrollar esa iniciativa, pero el argentino piensa que eso va a generar una invasión de chinos. Pero no es así; el proyecto es muy claro: implica crear una obra par dar trabajo a argentinos y que lo paguen en tantos años con parte de la producción. Eso permitiría hacer crecer a la Patagonia. Van a pasar 10, 15 años, y si seguimos así, algún día va a venir gente de otras partes del mundo a ocupar un territorio que está deshabitado; tenemos que proteger nuestra Patagonia. En Trelew producen una de las cerezas mas deliciosas del mundo, pero nuestras producciones y exportaciones son muy limitadas. En China se han desarrollado zonas que tienen ganadería, pero no tienen comida y necesitan alfalfa y nosotros podemos proveerlos de ese recurso.
En Chile el producto estrella de los últimos años es precisamente la cereza y uno de los principales compradores de ese producto es China.
CS: Los chinos comprarían todas las frutas que producimos acá por la contra-estación y pagarían muy bien. Pero tenemos que producir con las condiciones adecuadas. China es el gran aliado de nuestro futuro.