Fuente: Clarín
Finalmente se llevó adelante el G-2, el presidente Trump y el presidente Xi cenaron y dieron un punto de partida a las negociaciones. Sentados a la mesa enfrentados: de un lado el principal exportador de soja y el principal consumidor, entre otros pergaminos.
Tanto la Casa Blanca como la agencia de noticias china Xinhua emitieron un comunicado en el cual calificaron la reunión realizada ayer en la ciudad de Buenos Aires entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping como “muy exitosa”.
China acordó comenzar a comprar productos agrícolas de inmediato. Sin embargo, no queda claro, a partir de lo informado oficialmente por ambos gobiernos, si China habilitará el ingreso de poroto de soja estadounidense.
En caso de volver a comprar soja en Estados Unidos, la pregunta clave es en qué cantidades y los requisitos de tiempo para la compra.
La compra de cerdos podría ser una primera respuesta como consecuencia del brote de gripe africana que hoy sufren los planteles porcinos de China.
El pasado 24 de septiembre, Trump aplicó la tercera y última tanda de barreras proteccionistas contra China: un arancel adicional del 10% sobre productos que representaban un monto total de importaciones equivalente a 200.000 millones de dólares anuales. Y determinó que ese arancel subiría al 25% a partir del 1 de enero de 2019.
Ahora Trump, según el comunicado de la Casa Blanca, se comprometió ante Xi Jinping a mantener ese arancel en el 10% a cambio de que China “compre una cantidad sustancial, pero aún no acordada, de productos agrícolas, energéticos e industriales, entre otros, provenientes de EE.UU. para reducir los desbalances comerciales presentes entre ambos países”. Y especifica que China “ha aceptado comenzar a comprar productos agrícolas a nuestros farmers de manera inmediata”, pero sin aclarar a qué productos se refiere.
El comunicado de la Casa Blanca contiene una nueva amenaza al indicar que en un plazo de 90 días ambas naciones comenzarán a negociar “cambios estructurales” en el comercio mutuo de tecnología, propiedad intelectual, servicios y agricultura, además de evitar intrusiones y robos informáticos.
“Si al término de ese período (de 90 días) las partes no logran alcanzar un acuerdo, las tarifas adicionales del 10% (aplicadas en septiembre pasado por parte de EE.UU. a China) serán aumentadas al 25%”, advierte.
Por su parte, el comunicado emitido por la agencia china Xinhua señala que ambos presidentes “lograron un importante consenso y acordaron no imponer nuevas tarifas adicionales” al comercio bilateral.
Los capítulos de la guerra comercial
A comienzos de marzo de este año, Trump decidió imponer aranceles del 25% y el 10% a las importaciones de acero y aluminio –respectivamente– provenientes de todas las naciones del mundo menos México y Canadá. Posteriormente se aplicaron excepciones a otros países menos a China.
La respuesta del gobierno de la nación asiática a esa medida fue aplicar –a partir de abril– un arancel adicional del 25% sobre el valor CIF de las importaciones de productos porcinos provenientes del EE.UU.
Además, aplicó un arancel adicional del 15% sobre las importaciones estadounidenses de champaña, vino embotellado, alcohol etílico, ginseng, frutos secos (almendras, avellanas, pistachos y nueces) y una extensa lista de frutas, entre las cuales se incluyen paltas, naranjas, pomelos, limones, manzanas (tanto frescas como deshidratadas), uvas, pasas de uvas, frutillas (tanto frescas como congeladas), sandías, arándanos, duraznos, cerezas y kiwis. Posteriormente aplicó un derecho antidumping sobre el sorgo estadounidense.
El segundo capítulo de la “guerra comercial” se presentó a comienzos del mes de julio, cuando Trump implementó un arancel del 25% sobre diversos productos industriales chinos por valor de 34.000 millones de dólares, lo que generó, por parte del gobierno chino, una nueva represalia comercial que incluyó un arancel del 25% sobre el poroto de soja estadounidense, entre otros productos afectados.
El déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó en 2017, unos U$S 372 mil millones. En setiembre del se establecieron aranceles del 10% sobre u$s 200 mil millones de productos chinos. China reaccionó con tarifas sobre U$S 60 mil millones de productos norteamericanos. Trump en su campaña electoral había señalado a China como el principal enemigo de la economía americana.
Trump amplió la aplicación de aranceles a autos, discos duros, o componentes de aviones chinos, para compensar lo que es considerado robo de propiedad intelectual y de tecnología por parte de China. La reacción de China fue inmediata aplicando aranceles por el mismo valor sobre productos agrícolas norteamericanos como soja, pescado, carne de cerdo, ternera y productos lácteos.
El núcleo del conflicto no es comercial sino político estratégico, las dos potencias compiten por el poder mundial centrado en el dominio de tecnología de avanzada.
¿Y nosotros qué negociamos?
El Gobierno argentino firmó con la empresa estatal China Sinograin un acuerdo que permitirá exportar grano y aceite de soja en 2019 por un valor cercano a los 1.500 millones de dólares. Entre 2 y 3 millones de toneladas de soja y entre 300 y 400 mil toneladas de aceite.
China volvió, despues de tres años, en 2018 a comprar aceite de soja de la Argentina. Hasta agosto se habían exportado 26 mil toneladas y la previsión es que el año cierre con 100 mil. China llegó a comprar en un momento cerca de 800 mil toneladas China ha llegado a comprar 7 millones de toneladas de soja argentina, aunque esto año estaremos por debajo de 3 por la sequía. Para el año que viene se estiman exportaciones por 16 millones, habiéndose cerrado negocios por 2,5 millones.
Respecto a la compra de harina de soja, el principal producto de exportación de Argentina, no hubo ninguna mención.