Fuente: El Economista
A partir de la década de los noventa, la incursión de China en el comercio internacional ha sido uno de los fenómenos económicos de mayor impacto. En los últimos años, su relación con América Latina ha sido exponencial, producto de las transformaciones de políticas internas chinas, así como de la proximidad diplomática entre estas regiones.
Las grandes inversiones se encuentran en Brasil y Perú, que juntos acumularon 71.9% del total de la IED china en Latinoamérica y el Caribe entre el 2010 y el 2013, principalmente en el sector energético.
Antes del 2010, la inversión extranjera directa (IED) procedente del gigante asiático en Latinoamérica y el Caribe siempre fue escasa; durante las dos décadas previas a este periodo, arribaron al territorio alrededor de 7,342 millones de dólares desde China, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El 2010 marcó una pauta en esta relación al llegar un monto estimado de 13,712 millones de inversión china. De esta cantidad, tres cuartas partes pertenecieron a dos adquisiciones en la industria petrolera: Sinopec en Brasil y CNOOC en Argentina.
La dinámica de la invasión del país asiático continuó en los siguientes años y no se restringió a estas adquisiciones. Varias empresas chinas de diferentes sectores llegaron o incrementaron su presencia en la región.
Del 2011 al 2013, la IED china mantuvo un nivel entre 9,000 y 10,000 millones de dólares anuales, que representaron más de 5.0% de los flujos totales de IED recibidos por el territorio latinoamericano y caribeño.
Documentación del Observatorio América Latina-Asia Pacífico de la Cepal manifiesta que los datos oficiales de la IED del país asiático en esta zona del continente americano no consiguen capturar la real magnitud de esas inversiones, debido a que las empresas chinas canalizan la mayor parte de éstas mediante terceros países, lo que hace difícil identificar los flujos bilaterales.
“Por ejemplo, la mayor adquisición china en la región hasta el momento, la compra de 40.0% de las operaciones de Repsol en Brasil por 7,000 millones de dólares, se registró como una inversión de Luxemburgo por haberse canalizado la operación a través de la filial luxemburguesa de la empresa china”, indica el documento “Explorando espacios de cooperación en comercio e inversión” de la Cepal, entregado en enero pasado.
Apuesta china en recursos naturales
Para China, América Latina es un productor neto de materias primas, ya que alrededor de 90.0% de las inversiones chinas estimadas por el organismo regional entre el 2010 y el 2013, tuvo como destino los recursos naturales, sector que absorbió solamente 25.0% del total de la IED que este territorio recibió desde el mundo en igual periodo.
El gigante asiático se encuentra entre los inversionistas extranjeros más importantes en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en la extracción de petróleo y gas, mientras que en la economía peruana y, en menor medida, en la brasileña, ha concentrado sus inversiones en la minería.
En esta última nación se concentra su presencia más alta, con 55.9% del total recibido en la región por parte de China en el lapso 2010-2013, donde destacan empresas manufactureras y eléctricas.
Lo cierto es que la apuesta principal de China se encuentra en el mercado petrolero, con sus cuatro grandes compañías (CNPC, Sinopec, CNOOC y Sinochem), las cuales son de propiedad estatal y tienen inversiones en América Latina. CNPC es la más antigua en la región; su entrada fue a través de concesiones estatales o con empresas conjuntas con las petroleras estatales.
Las compañías petroleras están inmiscuidas en todos los países exportadores de petróleo y gas de América Latina, con las excepciones de México y Bolivia.
Brasil y Perú, con mayor capital asiático
Según información de la CEPAL, en la economía peruana, con la excepción de una mina de hierro comprada en 1992 por el fabricante de acero Shoughan, todas las empresas han llegado después del 2007, y en la actualidad, existen mínimo cuatro grandes proyectos de inversión de empresas chinas en ese país. Sólo uno de ellos, propiedad de Chinalco, está en producción.
Durante el 2014, la compra de la mina Las Bambas por Minmetals (5,850 millones de dólares) significó el aumento de la presencia China en tierras incas; también CNCP adquirió participaciones en campos petrolíferos por 2,600 millones de dólares. La inversión del país asiático en Perú fue de 84 millones de dólares en el 2010, pasando a 4,626 millones en el 2013.
En Brasil, en términos de infraestructura, la empresa china de red eléctrica Stategrid, que entró en el 2010 obteniendo activos españoles, es el mayor inversor; cuenta con más de 6,000 kilómetros de líneas en operación y tiene contemplado invertir hasta este año un monto aproximado de 3,500 millones de dólares, donde sobresale la línea de transmisión de Belo Monte (concesión conquistada con otras empresas a comienzos del 2014).
Asimismo, la CNCP participó con 20.0% en el consorcio (la angloneerlandesa Shell y la empresa francesa Total) que ganó la subasta del campo petrolífero Libra en el país de habla portuguesa, en asociación con Petrobras. De acuerdo con la CEPAL, las compañías extranjeras pagarán una bonificación de suscripción de 7,000 millones de dólares y el campo petrolífero tendrá una capacidad estimada de un millón diario de barriles equivalentes de petróleo, que requerirá una inversión de 200,000 millones de dólares en los próximos 35 años.
China no se quedó atrás la industria automotriz brasileña, principalmente con la presencia de la empresa Chery.
Pero, como indica el documento del Observatorio América Latina-Asia Pacífico, pocas empresas constructoras chinas han ganado grandes licitaciones para obras públicas en la región, debido a que éstas efectúan contratos vinculados a acuerdos de financiamiento bancos estatales de China; además, en otros sectores una gran mayoría de anuncios de inversión todavía no se han materializado.
Otro punto importante que se señala es que las empresas chinas abren una planta de producción después de vender durante sus productos desde China, con la finalidad de ganar proximidad y conocimiento del mercado interno o eludir restricciones a la importación.
“De lo antes expuesto se desprenden dos grandes desafíos en relación con la IED china en América Latina y el Caribe. La relación con su monto aún limitado: China se ha convertido en un inversionista directo relevante en la región, pero está lejos de ser uno de los más grandes. Sólo en Ecuador y, posiblemente, Venezuela podría ser considerada como una de las mayores fuentes de IED. El otro gran desafío es la diversificación hacia sectores distintos de las industrias extractivas, como las manufacturas, los servicios y la infraestructura”.
En búsqueda de más mercado
Algunas empresas chinas están empezando a introducirse en México a fin de exportar sus productos a otros mercados, particularmente Estados Unidos. Lenovo (electrónica) y Nexteer (autopartes) llegaron por medio de la compra de empresas estadounidenses con plantas en territorio mexicano.
Aunque todavía la presencia es incipiente. La IED de China en México fue de 9 millones de dólares en el 2010, transitando a 15 millones en el 2013.
Otra inversión china importante en América Latina en el 2013 se presentó en Ecuador, donde un tercio del total se dedicó a la extracción de petróleo; actúan Repsol (española), Agip (italiana), ENAP (chilena), CNPC y Sinopec (chinas).
La debilidad económica mundial, la caída de los precios del petróleo, la depreciación de las monedas emergentes y la incertidumbre en los mercados financieros son factores que influyeron en la dinámica exterior de la mayoría de los países emergentes y algunos desarrollados durante el año pasado.
Con datos del Monitor de las Tendencias Mundiales de Inversiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por su sigla en ingles), la IED global se redujo 7.6% a tasa anual.