Fuente: El Pais
En el mundo interrelacionado de la era de la globalización, la aldea global y la nave espacial Tierra destino futuro, vivimos los tiempos interesantes de la emergencia – o reemergencia – global de China e India. Tiempos sin precedentes, pues nunca antes había iniciado el despegue simultáneo la mitad de la humanidad, sin que al tiempo decaigan los otros centros de gravedad del sistema global. Tiempos de cambio de tiempo, tras lo que nada será como era. Tiempos de desplazamiento hacia Asia del centro de gravedad del sistema internacional.
Nos encontramos ante un fenómeno de dimensión y consecuencias globales, que plantea un reto de redefinición del pensamiento y la acción de todo actor internacional y toda Política Exterior, como muestra que Estados Unidos ha definido el giro hacia Asia como su prioridad estratégica en este inicio de siglo, de modo que buena parte del debate de los expertos en relaciones internacionales se centra hoy en las consecuencias globales de ese “Asian pivot” de Estados Unidos. Entre ellas – no podría ser de otra manera – la de España: en todas las zonas y temas; y en la dimensión estratégica para nuestro propio desarrollo que está adquiriendo la relación con China y sus potencialidades de inversión en España. Pero – asumiendo que la dimensión latinoamericana de España constituye uno de los determinantes de su actoría internacional y la relación con América Latina como uno de los ejes estratégicos de su Política Exterior – muy especialmente en relación a América Latina. Pues si algún fenómeno caracteriza la evolución reciente de la inserción internacional de América Latina, tal es el de la emergencia de China y Asia en las relaciones internacionales de la región. Un fenómeno a cuya realidad, consecuencias y potencialidades quisiera invitar a aproximarse a los lectores de Ideas subyacentes en esta y otras entradas de este blog, siguiendo el hilo analítico y argumental de mi trabajo Asia, China, y la reconfiguración de la inserción internacional de América Latina, que ha publicado recientemente en su serie de notas internacionales CIDOB.
Un fenómeno reflejado en los flujos de comercio e inversión y el salto cualitativo en la posición de China en dichos ámbitos; en la negociación y suscripción de tratados de libre comercio, en la participación conjunta en foros u organizaciones internacionales como APEC o FOCALAE (Foro de Cooperación América Latina Asia del Este), y muy especialmente en la creación de la Alianza del Pacífico entre Chile, México, Perú y Colombia – por su potencialidad transformadora de la realidad económica latinoamericana y su inserción internacional, y su incidencia en la conformación de la arquitectura diplomática de la región -; en los datos que recogen los estudios de la CEPAL y otras organizaciones de referencia, y en el vivir de cada día. En el hecho, por facilitar un dato ilustrativo, de que si comparamos, según datos de la CEPAL, la inversión en América Latina en 2006-2009 con la de 2010, vemos que mientras EEUU ha bajado del 44% al 17% y España del 10% al 4%, China ha pasado del 0 al 9%, concentrando en América Latina tan sólo el 4% de su inversión extranjera directa. O en la evolución, por poner otro ejemplo, entre 2007 y 2010 de los flujos comerciales de América Latina con Estados Unidos, la Unión Europea y Asia del Este (China, Japón, Corea y ASEAN), o la evolución de dichos flujos durante la última década, que nos muestran estas tablas elaboradas con datos de la CEPAL, de las que procede destacar el salto cualitativo y cuantitativo en las relaciones comerciales con Asia, que han superado ya ampliamente a las que América Latina mantiene con al UE; reflejado también en el hecho de que China ha pasado a ser el primer socio comercial de Brasil o Perú.
Un fenómeno frente al que procede preguntarse por las consecuencias, tendencias y potencialidades; así como por los retos y posibilidades que nos plantea hacia el futuro.
Pues no nos encontramos sólo ante un salto cualitativo en la presencia de Asia/China en América Latina, sino al tiempo ante una transformación sustancial de la inserción internacional de América Latina, que afecta a todos los actores extrarregionales significativos en ésta, y en particular a la Unión Europea y España. Ante un fenómeno, en definitiva, estructural; que ha llegado para quedarse. Transformador del mundo de América Latina, y de América Latina en el mundo. De modo que las políticas que pudieran haber sido efectivas ayer pueden no serlo en la misma medida hoy; y mantenerlas, incluso exitosamente, puede no conllevar la actoría internacional que antes posibilitaban. Y se nos plantea el reto de pensarlas de nuevo a la luz de ese fenómeno.
Ante un fenómeno global, y su expresión en América Latina. Que como tal tiene su expresión en las demás áreas hacia las que se dirige la Política Exterior de España – o de la UE o cualquier otro actor internacional relevante -, y en España misma. Como muestra que el 12% de la deuda exterior española se encuentre ya en manos chinas, y que la inversión china se contemple como uno de los factores internacionales para la superación de la crisis económica que vivimos.
Un fenómeno que importa tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Pues no importa sólo qué pasa, sino dónde pasa, cómo pasa, cómo se aprovecha, con qué consecuencias. Sobre ellas hablaremos en próximas entradas de este blog.