​China sacia su hambre de soja en América

Fuente: BBC

La demanda mundial de soja se ha disparado en las últimas décadas, con China encabezando la lista de los principales consumidores.
La agricultura del hemisferio occidental se ha acomodado como el gran proveedor de soja a China, con algunas consecuencias que inquietan a ambientalistas, pero que son vistas por otros como un precio que se justifica pagar para conseguir los enormes beneficios económicos de ese intercambio comercial.
Casi el 60% de toda la soja que se comercializa internacionalmente acaba en China, convirtiéndolo en el mayor importador del producto del mundo.

Así lo afirma un estudio realizado por el organismo no gubernamental Earth Policy Institute, liderado por su presidente, Lester Brown.

“El consumo de soja empezó a aumentar desde que se descubrió que satisfacía las necesidades nutricionales del ganado y las aves, que exigen raciones de alta calidad nutricional y sanitaria, así como una elevada densidad energética y proteica”, le explicó Brown a BBC Mundo.

Brown aclara que la domesticación de la soja empezó hace aproximadamente 3.000 años, pero el descubrimiento de sus beneficios para la alimentación animal es mucho más reciente.

Pero este no es el único factor que explica el auge de su consumo. Así como en China ha aumentado el apetito por la carne, la leche y los huevos, también lo ha hecho el uso de la harina de soja.

“Esto, sumado a que cerca de la mitad de los cerdos del mundo están en China – alimentándose estos principalmente de soja- y a que el auge de su industria agrícola también depende de la soja, hace que su consumo alcance cifras insostenibles”, alega Brown.

Como factor adicional, China ahora utiliza grandes cantidades de soja en la alimentación de peces de piscifactoría.
Limitaciones de producción
planta de soja

Un efecto del consumo masivo de soja en China ha sido la transformación que ha sufrido la agricultura en el hemisferio occidental.

Según el estudio, en 1995 China producía 14 millones de toneladas de soja, y consumía la misma cantidad.

En contraste, su consumo en 2011 fue de 70 millones de toneladas, mientras que su producción seguía siendo de 14 millones, obligando al país a importar el excedente.

“La falta de capacidad de China para producir soja refleja una decisión política que el país tomó en 1995, de concentrarse principalmente en la producción de granos, con el fin de ser autosuficiente”, señaló Brown.

China no quería depender del mundo exterior para cubrir las necesidades básicas de su alimentación.

Si el país hubiese elegido producir las 70 millones de toneladas que consumió en 2011, habría tenido que destinar un tercio de su tierra a la soja, obligándolo a importar 160 millones de toneladas de granos – más de un tercera parte de su consumo total de granos, explica Brown.
Transformación agrícola

Un importante efecto del consumo masivo de soja ha sido la transformación que ha sufrido – como consecuencia – la agricultura en el hemisferio occidental.

Según el estudio del Earth Policy Institute, en Estados Unidos la soja ocupa más tierra cultivable que el trigo.

En Brasil, el segundo exportador mundial de soja, los terrenos destinados a su producción exceden los de los cultivos de todos los granos combinados.

No es el único país latinoamericano que tiende a aumentar su producción de soja.

Los cultivos de soja en Argentina ocupan casi el doble de tierra que toda su producción de granos combinada, arriesgándose a que su producción agrícola se concentre exclusivamente en la soja, según Brown.

Brazil y Argentina juntos representan más de cuatro quintas partes de la producción mundial de soja.

En la lista de exportadores del hemisferio occidental también destacan Paraguay, que en 2011 exportó alrededor de tres millones de toneladas, Uruguay, Canadá y Bolivia.

“Mientras que el crecimiento de la cosecha mundial de granos desde mediados del siglo XX ha consistido principalmente en triplicar el rendimiento del grano por hectárea, el incremento de la producción de soja se ha basado en la expansión del área cultivable”, explica Brown.

Según el estudio, el área destinada a su producción se multiplicó por siete, mientras que su rendimiento apenas se duplicó. El mundo produce más soja principalmente aumentando el área de los cultivos. Para Brown, ese es el mayor problema.
Fuente de prosperidad económica

Teniendo en cuenta los factores de riesgo que plantea el Earth Policy Institute, ¿existe una realidad paralela que justifique el auge de la producción masiva de soya en el hemisferio occidental?
Trigo

La siembra de soja es frecuentemente más rentable que la de otros productos, como el maíz.

En los últimos años el mercado regional de Mercosur se ha beneficiado económicamente del crecimiento exponencial de la soja, una oleaginosa que casi no se consume en esta zona y ha ganado terreno por los precios altos que adquirió en el mercado.

Para Ernesto Ambrosetti, director de estudios económicos de la Sociedad Rural Argentina, la producción masiva del producto se ha convertido en la mejor alternativa para los productores del país suramericano.

“El mercado de la soja es uno de los pocos en los que no interviene el Estado, debido a que su consumo es mínimo en el país. En el caso de la producción de trigo, las retenciones del gobierno representan un 23% y en el caso del maíz el 20%”.

En cuanto a la posibilidad de que la soja continúe reemplazando a otros cultivos básicos para la alimentación del país, Ambrosetti comenta: “el consumo de trigo en Argentina el año pasado fue de alrededor de 5,5 millones de toneladas, mientras que su producción fue de aproximadamente 10 millones de toneladas. Estamos lejos de no poder cubrir las necesidades básicas alimenticias”.

Con respecto al auge de la deforestación en Argentina, Ambrosetti señala que si bien se han desmontado zonas con el fin de extender los cultivos de soja, “por lo general la producción se expande en lugar de otros cultivos”.

De igual manera, aclara que otros productos, como el algodón o la caña de azúcar, también son responsables por los problemas de deforestación en el país.

El bajo costo de la producción de soja, con respecto a la siembra de otros granos, también se considera ventajoso: “con lo que cuesta mantener una hectárea de maíz, se cultivan dos hectáreas de soja”.

El representante de Sociedad Rural Argentina reconoce que la siembra de soja también conlleva a factores perjudiciales. “Es riesgoso apostar todos los huevos en la misma canasta, si continúa la producción en masas del producto en otros países, nos arriesgamos a que cambie el valor del producto en el mercado”.

Ambrosetti también señala que para evitar enfermedades, lo ideal es rotar los cultivos, y admite que otros cultivos tienen mayores beneficios orgánicos para la tierra, como es el caso del maíz.
¿Dónde plantar más soja?

En Brasil, el paraíso de la soja, la única posibilidad de continuar expandiendo los cultivos de soja es haciendo uso de los terrenos de la cuenca del Amazonas o del Cerrado.

Ante este escenario surge un interrogante: ¿Dónde plantar más soja?

EE.UU. está usando toda su tierra cultivable disponible y no tiene la capacidad de expandir su producción.

En Brasil, el nuevo paraíso de la soja, la única posibilidad de continuar expandiendo los cultivos es haciendo uso de los terrenos de la cuenca del Amazonas o del Cerrado.

“Continuar cultivando en el Amazonas tendrá consecuencias inmensamente perjudiciales para el medio ambiente. La adaptación de sus terrenos requiere de medidas que a largo plazo acelerarían el calentamiento global”, dice Brown refiriéndose al auge de la deforestación.

Aunque el estudio sugiere que la situación es similar en Argentina, Ambrosetti difiere: “existen posibilidades de expansión en el noroeste argentino, en las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán. También en algunas provincias del noreste, como el Chaco”.

En cuanto a otros continentes, Brown explica que si bien hay tierra de sobra en países africanos, estos carecen de la infraestructura necesaria para satisfacer las necesidades de producción.

“Además de los países latinoamericanos, Ucrania y el sur de Rusia están en la lista de productores potenciales”.

Ante la complicación que genera la producción en masa de la soja, el estudio hace énfasis en la necesidad de cambiar nuestra dieta alimenticia.

“Comer menos carne significa frenar el crecimiento de demanda de soja. En ese contexto, el reciente descenso en el consumo de EE.UU. es una buena noticia”, concluye Brown.

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