Fuente: El Universal
El pulso entre China y Estados Unidos por asegurar proveedores confiables de energía y alimentos crece con fuerza en América Latina, donde el país asiático se convirtió en menos de una década en el mayor prestamista de la región.
Tres días después de que el vicepresidente estadounidense Joe Biden concluyera una visita por Suramérica y el Caribe, el presidente de China, Xi Jinping, daba inicio este fin de semana a una gira por Centroamérica y el Caribe que busca equilibrar la influencia de Washington teniendo el tema energético como plato fuerte.
La mira del gigante rojo sobre las Américas, además de un interés geoestrátegico, apuesta a minar el reconocimiento como Estado que Taiwán tiene en Centroamérica, ya que China considera a esa isla una provincia rebelde, dicen expertos.
Logre este objetivo o no, China ya es en un socio comercial clave para la región: es el primer mercado de destino de las exportaciones de Brasil y de Chile, y el segundo de Perú, Cuba y Costa Rica.
Mientras que Biden defendía en Colombia, en Brasil y en Trinidad y Tobago (con los miembros del Caricom) la sinergia entre democracia y comercio para crecer, Xi está hablando de negocios y cooperación sin condiciones políticas previas, una diferencia que marca el estilo pragmático de la diplomacia de Pekín en todo el mundo.
Entre 2005 y 2010 China otorgó $86.000 millones en préstamos a países latinoamericanos, según una investigación del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El monto de los préstamos desbancó a los prestamistas tradicionales de la región liderados por el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Exportación e Importación de Estados Unidos.
Una muestra de esa batalla por congraciarse con las Américas es el hecho que desde 2005 el Banco Ex-Im de China ha financiado casi cuatro veces más que el Banco Ex-Im de Estados Unidos ($8.300 millones contra $2.200 millones).
Los más beneficiados de ese comercio sin condiciones son Venezuela y Ecuador. Los bancos chinos dedicaron 61% de los préstamos a ambos países tomando en cuenta los inconvenientes de éstos para acceder a los mercados de capital.
Y es que más del 90% de la inversión china en la región en 2011 se dirigió a la extracción de recursos naturales, principalmente en el sector de hidrocarburos y minería.
En esa escala de acercamientos el presidente Xi llegó a Centroamérica, la región más pobre del Continente, con una carpeta repleta de proyectos, préstamos y donaciones que, además de asegurar negocios en el sector energético, alimenticio o turístico, apuesta a cerrarle camino a sus rivales taiwaneses.
“China está imponiendo a sus socios la condición de no mirar a Taiwán para aislarla, y que regrese, esto es normal. EEUU lo hace con Siria o Irán”, explicaba el sinólogo brasileño Pedro Pablo Rezende.
En Costa Rica, el único país de Centroamérica que rompió con Taiwán en 2007 para acercarse a China, Xi firmó ayer ocho acuerdos estratégicos por $1.400 millones.
Xi llegó el domingo a San José procedente de Trinidad y Tobago -donde aprovechó para reunirse con ocho mandatarios del Caribe-, y parte hoy hacia México para continuar con su primera gira por el continente, que cerrará en EEUU.
Si bien los países que visita Xi están alineados a la órbita de la Casa Blanca, su Gobierno cayó en cuenta que los negocios serán la mejor forma de atornillar a futuros aliados diplomáticos a la hora de posicionar su agenda global, una tarea que Pekín recrudeció desde 2005.
Las ansias de asegurar recursos energéticos como gas, petróleo y otros renglones como alimentos o materias primas, para un país de 1.500 millones de habitantes que crece 7% anual, es la principal misión de la nueva dirigencia China.
La mitad de las exportaciones Latinoamericanas y del Caribe a Asia se las está llevando China, por lo que las oportunidades para la región están dadas. El asunto radica en si esto se traducirá en crecimiento o en el mero patio trasero de las rivalidades de dos grandes potencias que seguirán creciendo a costa de líderes sin visión.