Fuente: Universidad de Pensylvania
Las instituciones financieras chinas están prestando más a países como Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil, los cuales demuestran un fuerte deseo de separarse de lo que perciben como un exceso de dependencia de los Estados Unidos… Otros países… con mejores perspectivas actuales, como Chile, Perú, Colombia y México no se incluyen en este listado de los mayores prestatarios chinos”, explica Brad McBride, profesor del Departamento Académico de Administración del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
China prestó a América Latina 22.100 millones de dólares en 2014, una cifra que está por encima de los 20.000 millones de dólares que la región recibió del Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según datos del centro de estudios Diálogo Interamericano de Washington, un organismo estadounidense que promueve el debate político, el intercambio de información y la colaboración entre los países del hemisferio norte.
Brad McBride, profesor del Departamento Académico de Administración del Instituto Tecnológico Autónomo de México, cree que esta tendencia es de esperarse ya que China tiene un superávit enorme recurrente en su cuenta corriente y, en consecuencia, excesos de reservas oficiales. “Lo que se nota aquí es que las instituciones financieras chinas están prestando más a países como Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil, los cuales demuestran un fuerte deseo de separarse de lo que perciben como un exceso de dependencia de los Estados Unidos y las instituciones asociadas con el sistema financiero de los Estados Unidos y Europa. Otros países, todos del Pacífico y con mejores perspectivas actuales, como Chile, Perú, Colombia y México no se incluyen en este listado de los mayores prestatarios chinos”, explica.
Del mismo modo, McBride cree que los países latinoamericanos que recurren a la financiación del gigante asiático tienen muy difícil poderse financiar con las instituciones occidentales por las condiciones que éstas les impondrían. “En particular, Venezuela y Argentina no tienen grado de inversión y sufren graves problemas económicos por la caída del precio del petróleo y el sobreendeudamiento. Además, los pronósticos para estos dos países son extremadamente negativos. Aún si acudieran a las ventanillas de préstamo en Norte América, difícilmente podrían recibir financiación de esas instituciones sin unas condiciones inaceptables para estos países”, opina.
El informe “China-Latin America Finance Database” del centro de estudios Diálogo Interamericano de Washington, publicado a finales del mes de febrero, y coordinado por Kevin Gallagher, profesor asociado de Desarrollo Global de la Boston University, y Margaret Myers, investigadora del centro, señala que, por países, Brasil fue el principal receptor de dinero procedente de China el pasado año con 8.600 millones de dólares. Le siguen Argentina con 7.000 millones, Venezuela con 5.700 millones, y Ecuador con 820 millones. La mayor parte de los préstamos fue dirigido a sectores extractivos (como la minería y energía) y a infraestructuras (transporte y transmisión eléctrica).
Condiciones de los préstamos
Amalia Lucena, catedrática en la Universidad Central de Venezuela, explica que los préstamos de China a los países latinoamericanos son de carácter bilateral. “Es decir, una relación directa y de acuerdos país-país. No ocurre como con los préstamos multilaterales del BID o el Banco Mundial, que están condicionados a cuotas o co-participaciones de los propios países en esos organismos. Esto permite que los préstamos chinos sean mucho más flexibles y ventajosos, en especial cuando los países tienen restricciones para acceder a los mercados financieros”, argumenta.
Por otra parte, Lucena subraya que el boom de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Latinoamérica proveniente de China aparece cuando existe una caída de la inversión europea y norteamericana en la región. “En este sentido, la IED proveniente de China diversificó las fuentes de inversión en la región”.
Para Julio Sevares, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), existen varios factores claves por los que los países latinoamericanos acuden a China para lograr dinero. “Los préstamos suelen tener tasas similares a los disponibles en otras fuentes internacionales y pueden ser mayores que las aplicadas por los organismos multilaterales, pero no tienen las condicionalidades que tienen estos últimos. También se estima que tienen menos requisitos medioambientales, aunque esto es motivo de polémica porque las fuentes chinas niegan esta característica”, señala.
Esta opinión es respaldada por estudios como el realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 2013 y titulado ¿Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos en América Latina. Este trabajo asegura que a pesar de que las condiciones de los préstamos parezcan ser menos rigurosas, algunos paquetes de financiación, como los del Banco de Desarrollo de China, son más exigentes que los del BM. Al mismo tiempo, advierte de que China no impone condiciones políticas a los países a los que presta el dinero, pero suele exigirles otro tipo de demandas, como las compras de equipamiento chino y la contratación de trabajo con contratistas y empresas del país asiático.
Ventajas y desventajas
Los 22.100 millones de dólares que las economías latinoamericanas recibieron del gigante asiático en 2014, suponen un importante crecimiento respecto a los 12.900 millones de dólares de 2013. En ese ejercicio, los préstamos chinos se concentraron en Venezuela, a donde llegaron 10.100 millones de dólares. México obtuvo 1.000 millones, Jamaica 749 millones, Ecuador 691 millones, Honduras 298 millones y Costa Rica 101 millones.
El fuerte crecimiento que está experimentando la llegada de dinero chino a la región, junto a las dudosas condiciones de los préstamos mencionadas por la Universidad Nacional Autónoma de México, empieza a generar ciertos miedos. Los beneficios y las desventajas no siempre están claros. Algunos economistas se preguntan por los riesgos de esta circunstancia y si se está creando en Latinoamérica una situación de dependencia financiera de China.
El profesor McBride destaca el gran inconveniente que supone para la región algunas condiciones impuestas por las instituciones financieras chinas. Hace especial referencia al hecho de que, de alguna manera, se trate de imponer el uso de proveedores de equipo o constructores de China porque ello, “obviamente, limita el derrame de la inversión en las economías de los países latinoamericanos”.
Lucena, por su parte, señala tres principales riesgos de la inversión china en la región. En primer lugar, cita la “profundización de la conocida como ‘enfermedad holandesa’ en la zona, ya que las exportaciones de Latinoamérica hacia China son principalmente de origen primario, mientras las importaciones son de origen manufacturero. Esta enfermedad tiende a afectar la competitividad de los países latinoamericanos, provoca que se inicie un proceso de reprimarización de la economía regional, y que los países sean todavía más vulnerables a una caída de los precios internacionales de los bienes primarios”.
En segundo lugar, cree que Latinoamérica “es más vulnerable a una recesión en los países asiáticos, en especial si China deja de crecer a las tasas esperadas”. Y, por último, asegura que esta relación con el gigante asiático “debilita el intercambio de comercio intrarregional entre los países latinoamericanos y la política comercial de integración latinoamericana”.
Sevares advierte que, como ha sucedido históricamente en cualquier tiempo y lugar geográfico, la aparición de una fuente de financiamiento accesible crea el peligro de que aumente con fuerza el endeudamiento. “Que esta historia no se repita depende de la política de los países receptores”, avisa.
Este profesor de la Universidad de Buenos Aires también destaca que los préstamos chinos deben analizarse en el conjunto de la nueva relación económica de América Latina con China, que comprende tres aspectos firmemente interrelacionados: la demanda de productos primarios regionales, las inversiones chinas dirigidas mayoritariamente a la explotación y transporte de esos productos, luego comprados por China, y, finalmente, los préstamos que vienen a financiar esos emprendimientos.
“Este sistema configura una relación económica del tipo que los países latinoamericanos mantuvieron, especialmente en el siglo XIX, con las grandes potencias demandantes de productos primarios e inversoras en actividades vinculadas con su extracción, procesamiento y exportación”, explica. “En la actualidad las economías latinoamericanas y su relación económica externa está mucho más diversificada que en ese momento histórico, pero en el caso particular de la relación con China, se reproducen en gran parte las características de la relación productor primario-proveedor industrial”.
Sevares cree que para no caer en esa trampa en la que la economías de la región se queden estancadas en el sector primario, “los gobiernos locales deben, además de aprovechar la demanda china de bienes primarios y la creación de infraestructura con inversiones y préstamos chinos, negociar otros aspectos como la diversificación de las exportaciones a China, la participación de empresas locales en las inversiones y las transferencias de tecnología”. Es decir, se trata de “aprovechar las condiciones favorables de la expansión china a partir de programas nacionales y regionales de crecimiento y diversificación económica”.
¿Seguirán creciendo?
El centro de estudios Diálogo Interamericano de Washington comenzó a crear su base de datos en el año 2005. Desde entonces, China ha concedido préstamos a América Latina por valor de 119.000 millones de dólares. La mayoría de ese monto procede de los bancos estatales China Development Bank (83.000 millones de dólares) y China Export-Import Bank (20.900 millones de dólares). Venezuela recibió casi la mitad de esa cifra (53.600 millones de dólares), mientras que Brasil logró 22.000 millones de dólares, Argentina 19.000 millones de dólares y Ecuador 10.800 millones de dólares.
El gobierno chino anunció el pasado 5 de marzo que había reducido su objetivo de crecimiento económico para 2015 hasta el entorno del 7%. El Producto Interior Bruto (PIB) de la que ya es la segunda economía mundial aumentó el año pasado un 7,4%, su nivel de expansión más bajo en casi 25 años y por debajo del objetivo de alrededor del 7,5% fijado por el Gobierno. Ante esta coyuntura, la pregunta que surge es si la financiación del gigante asiático va a seguir creciendo como lo ha hecho hasta el momento.
“A medida que China necesite de materia primas para su crecimiento, seguirá la inversión extranjera directa de China a la región. Un desaceleración del crecimiento de China, podría afectar los precios de las materias primas y afectar a la región latinoamericana, pero no necesariamente implicaría una caída de los flujos de inversión chinos en la región”, opina Lucena.
Sevares argumenta que la expansión de los créditos chinos es parte de una política de estrategia basada en las enormes disponibilidades financieras del país e instrumentada, en primer lugar por la reforma del sistema financiero chino lanzada en 1995 (que incluyó la creación de bancos comerciales, de inversión y de promoción del comercio exterior) y por la política Going Global, de 1999, destinada a promover las inversiones de empresas chinas en el exterior, financiadas por las instituciones creadas cuatro años antes. “Por lo tanto, la expansión de los créditos al exterior, incluidos los colocados en América Latina, no es un fenómeno circunstancial sino una tendencia basada en el poder financiero chino e impulsada por la política oficial y que, por lo tanto, continuará en el futuro, aunque sea imposible prever a que ritmo y magnitud”, señala.