Fuente: ATTAC
Por Julio Gambina – Consejo Científico de ATTAC España
Existen expectativas gubernamentales por el próximo viaje a China, en febrero, de la Presidente Cristina Fernández. Esas expectativas se centran: a) en el creciente comercio entre ambos países, deficitario para la Argentina desde el 2008; b) en el papel de China como inversor externo en tierras, infraestructura y sectores claves de la producción; c) pero muy especialmente en su carácter de nuevo financista del país, cuando la Argentina tiene restringido el ingreso al sistema mundial de préstamos por el default parcial asociado a la disputa con la justicia de EEUU y los fondos buitres.
El comercio
Respecto del comercio, se pretende que China demande más producción local y así disminuir el déficit comercial que se acumula y crece con los años. Según las estadísticas del Ministerio de Economía,http://www.mecon.gov.ar/, desde 1990 las relaciones comerciales con China tuvieron una tendencia desfavorable; y se reconoce un superávit para Argentina a la salida de la convertibilidad y hasta el 2006, principalmente sostenida en la exportación de poroto de soja y aceite de petróleo.
Esa relación se equilibra hacia 2007 y vuelve el desequilibrio que se acumula de forma creciente año tras año. Las mayores ventas de China hacia la Argentina, especialmente de máquinas, equipos, motos, contrastan con las exportaciones argentinas de productos primarios, especialmente la soja y el petróleo.
El resultado es desde el 2008 un gran crecimiento del déficit[1], que se sostiene hasta el presente y explica la importancia dada por la presencia del Jefe de Gobierno chino en su visita a la Argentina y la región durante el 2014 y que ahora retribuye la primera mandataria de la Argentina.
Las inversiones
En materia de inversiones, se destaca el interés de China por las tierras de Argentina y la región, tanto como por la inversión en infraestructura para favorecer el acceso de China a la producción primaria del país.
Son conocidas las inversiones chinas en grandes obras energéticas y su participación directa en la explotación petrolera, asociando a la principal petrolera China, la China National Offshore Oil Company (CNOOC) a Bridas (familia Bulgheroni) y constituirse desde Pan American Energy, PAE, en la segunda petrolera en la Argentina, detrás de YPF. El interés es avanzar en inversiones en hidrocarburos no convencionales, que se ofrecen como una de las posibilidades de inversiones externas en la Argentina.
China disputa a su modo las fuentes de energía en el mundo, siendo la Argentina un destino de interés por presentarse como segundo reservorio mundial de gas no convencional (shale gas) y cuarto de petróleo no convencional (shale oil). Ello supone la tecnología de la fractura hidráulica, cuestionada por poblaciones y movimientos populares que demandan contra la contaminación y por la soberanía energética.
Deuda
Sin embargo, la gran novedad es el papel de China como nuevo prestamista de la Argentina.
En octubre de 2014, la Argentina optó por el primer tramo de un acuerdo swap por 11.000 millones de dólares en moneda china. La operación se repitió todos los meses siguientes.
Así, fueron 814 millones en octubre; 500 millones en noviembre; 1.000 millones en diciembre, y ahora 400 millones en enero del 2015. Suman 2.714 millones de dólares de un monto total de 11.000 millones de dólares disponibles.
Son recursos que incrementan la deuda pública y al mismo tiempo permiten aumentar las reservas, un dato que en el país es asumido como solvencia del orden económico. Este préstamo permitió cerrar el año con leve incremento de reservas internacionales respecto del cierre del 2013, en torno a los 31.130 millones de dólares, cuando la referencia del año 2014 hasta septiembre remitía a la perdida de reservas y por ende expresaba una debilidad estructural de la capacidad de financiar importaciones y cancelaciones de deuda pública.
¿Cuál es el significado de esta relación?
El orden capitalista mundial está en mutación y China asume crecientemente el papel de la fábrica del mundo, consolidando un modelo productivo sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los recursos de la naturaleza.
El capital transnacional concentra sus inversiones en China y la fuerza de trabajo del mundo crece especialmente en este gigante asiático. Producto de esas inversiones es que el capital desde China se expande hacia otras fronteras extendiendo la relación social de explotación. Además, China solo tiene el 7% de la tierra cultivable del mundo y demanda por ende de recursos naturales fuera de su territorio.
El régimen del capital se extendió hacia China desde las modernizaciones de fines de los años setenta impulsadas por Deng Xiao Ping, y una vez consolidado en ese territorio el orden capitalista se expande en un nuevo ciclo de universalización de la explotación y el saqueo.
América Latina y África, tanto como Asia es destino de ese proceso de transnacionalización de la economía. Es desde allí que se debe discutir la inserción internacional de la Argentina. ¿Cuál es el beneficio del déficit comercial de Argentina con China? ¿Quién se beneficia con esa orientación del comercio internacional? En primer lugar las grandes transnacionales y sus grupos asociados en la Argentina, sobre todo si tenemos en cuenta los principales productos de exportación desde la Argentina, soja y petróleo, dos producciones extranjerizadas, aun con la gestión estatal de la petrolera YPF.
Es lo mismo si observamos la contra cara de las importaciones chinas con equipos y maquinarias provenientes desde China y asociadas a la transnacionalización de la producción del gigante asiático.
Las inversiones externas en Argentina y otros países de la región son una forma reiterada de extracción de plusvalor de nuestros territorios y que sirven para la acumulación de capitales en cualquier territorio que asegure rentabilidad al capital externo, incluida la reinversión en la Argentina.
Respecto de los préstamos chinos, vale confirmar la reiterada dependencia del país del financiamiento externo con las graves consecuencias que representa para el país la cancelación de intereses y el capital, compitiendo con la aplicación de recursos públicos para satisfacer necesidades de la población.
La deuda pública con la inglesa Baring Brothers en el comienzo de la Argentina institucionalizada (1824); o en tiempos de la dictadura genocida (1976), pusieron de manifiesto la subordinación de la Argentina al sistema mundial de créditos a comienzo del Siglo XIX y a fines del Siglo XX.
La deuda pública es un mecanismo principal de la acumulación de capitales, tal como demostró Marx en El Capital (Tomo I, Capitulo XXIV, sobre la Acumulación Originaria del capital). Por ello es que la sociedad argentina tiene que discutir la nueva ola de endeudamiento, ahora con China, y auditar e investigar la deuda histórica asumida en los últimos 40 años, previa suspensión de los pagos actuales.
Es el paso previo para discutir el modelo productivo en Argentina y pensar en nuevos rumbos para la producción y el consumo, la distribución del ingreso y la riqueza.
Pensar el anticapitalismo
Ahora que pasó Thomas Piketty por la Argentina y se reunió con autoridades económicas del país, bien vale asumir su crítica al orden contemporáneo sobre “El capital del Siglo XXI” cuya tesis principal sostiene que en la actualidad se agrandan las desigualdades económicas y sociales.
Aunque el francés no se inspira ni sigue a Marx, con el alemán revolucionario recordemos que el problema de la desigualdad es el orden capitalista y que se necesita pensar en la formulación de políticas anticapitalistas, si en serio se pretende avanzar por un rumbo de soberanía y liberación.
El problema es que la principal discusión electoral de renovación presidencial del 2015 pasa por cómo gestionar el capitalismo realmente existente en la Argentina, sin escucharse las voces que claman por otro rumbo, otro modelo productivo y de desarrollo.
La discusión se contiene en el marco de lo posible, sin ir a fondo, desconociendo la potencia del poder popular, el que se construye desde la dinámica social y política inspiradas en nuevas lógicas por una civilización alternativa, anticapitalista, antiimperialista, anticolonial, contra el racismo, la discriminación y el patriarcado.
Aun cuando ello resulta difícil, es la tarea de nuestro tiempo, generando masa social contra la tiranía del endeudamiento externo y proponiendo su investigación para ganar conciencia en el repudio a la deuda y sus efectos sobre la población. Se trata de proponer una reinserción internacional de la Argentina, de carácter alternativa, para la transformación social, la emancipación y la liberación.