¿Por qué América Latina no puede entrar en el mercado chino?

Fuente: BBC

Cumbre Celac

La plena incorporación de China a la Organización Mundial de Comercio en 1995 y por ende al mercado mundial, produjo un fuerte aumento de las materias primas y una década dorada en América Latina.

Ahora, la plena incorporación de los ciudadanos chinos al consumo doméstico es una nueva oportunidad de crecimiento de la mano del gigante asiático.

China tiene un mercado potencial de casi 1.300 millones de personas y una creciente clase media sedienta por acceder a la misma variedad de bienes que sus pares de Occidente.

Se calcula que el consumo interno crecerá en alrededor del 11% en esta década de la mano de una clase media cada vez más grande y exigente y de un gigantesco programa de urbanización.

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Sin embargo, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) detectó la presencia de solo 98 empresas latinoamericanas en China.

De esas empresas solo la mitad tenía plantas industriales instaladas: el resto se limitaba a una oficina de representación comercial.

Mauricio Mesquita Moreira, asesor jefe de Comercio e integración del BID, explicó a BBC Mundo las dificultades que enfrentan las empresas en China.

“América Latina está acostumbrada a mirar hacia Estados Unidos o Europa, no hacia Asia. Y no cabe duda que China ofrece serios retos linguísticos y culturales. Pero a estos problemas se añaden las trabas que existen en China para la inversión directa”, indicó a BBC Mundo.

Usted no puede entrar

Con una clase media de más de 340 millones de personas, el nuevo consumidor chino debería ofrecer una oportunidad natural para firmas latinoamericanas en sectores con claras ventajas competitivas como alimentos y bebidas.

Pero la economía china está dividida en sectores con distintos criterios de entrada para el inversor.

El catálogo que publica el gobierno desde 1995 formula tres categorías de inversión extranjera: alentada, restringida y vedada.

En el primer sector el inversor extranjero puede tener “el 100% de la propiedad de la empresa”.

En el segundo suele ser imprescindible tener un socio chino o se desalienta la inversión si hay competencia directa con las empresas estatales como en telecomunicaciones o petróleo.

En el tercero no está permitido el ingreso del inversor extranjero como en el sector mediático o los servicios postales.

¿Quién decide?

Una cosa es invertir o montar una planta en Pekín, Shanghai o una de la veintena de zonas Económicas Especiales que fomenta la inversión extranjera con todo tipo de facilidades.

Otra es intentar hacerlo en otras zonas del país o en áreas conflictivas como la provincia del oeste chino Xinjiang.

A esto se suma el mecanismo de aprobación de inversiones.

En el sector “alentado” las provincias pueden aprobar proyectos de hasta US$300 millones, pero por encima de esta cifra necesitan autorización del gobierno central.

Reglas similares funcionan para los otros dos sectores.

Este complejo laberinto regulatorio en un país cultural y linguísticamente tan diferente marca el terreno.

“Una parte esencial para cualquier firma regional que quiere invertir exitosamente en China es obtener una información exhaustiva de esta madeja de procedimientos y requisitos técnicos”, señala Mesquita Moreira.

Estrategia una vez adentro

Las 98 empresas latinoamericanas con presencia en China pertenecen a seis países: Brasil (32), Chile (30), México (21), Argentina (11), Perú (2) y Venezuela (2).

La mayoría son empresas manufactureras (55) con una fuerte representación de metales, maquinaria (23), bebidas y comida (15) y químicos y farmacéuticos (9)

“Estas compañías se han dado diversas estrategias para entrar en China. Las que tienen solo representación comercial, que requiere menor inversión y no tantas trabas burocráticas, toman la ruta de la inversión nueva o “Greenfield”. Las que quieren instalar una fábrica se inclinan más por una joint venture o por la adquisición de una empresa ya instalada”, señala Mesquita Moreira.

El estudio del BID halló 19 casos de adquisición de una planta ya existente y unos 20 casos de joint venture.

La joint venture puede estar determinada por el sector al que pertenece la inversión – si es restringida suele ser un requisito básico.

Pero para muchos inversores la presencia de un socio chino constituye una ventaja comparativa para sortear las complicaciones burocráticas, culturales y linguísticas de operar en el país.

Este tipo de sociedad también es muy atractiva para industrias que requieren gran inversión como acero, químicos o autopartes porque aumentan el potencial inversor y disminuyen la exposición.

La experiencia de algunas compañías

El BID no identifica de manera pormenorizada todas las compañías regionales que operan en China.

“Tenemos algunos casos puntuales. Las que han penetrado el mercado chino con más éxito son firmas que dominan los mercados regionales y tienen marcas reconocidas globalmente. El Grupo Bimbo de México, por ejemplo, se ha instalado por sí mismo a través de la adquisición de una planta ya existente y produce para el mercado doméstico”, señala.

Otra compañía que se ha instalado con éxito en China es la argentina Tenaris, productora de tubos industriales.

Tenaris abrió una oficina comercial en 1992 y luego creó la Tenaris Qindao, estratégicamente ubicada en una zona especial de desarrollo económico y tecnológico.

El caso de la brasileña Embraer en Aeronáutica, en cambio, muestra los entreverados caminos que suelen conducir a China.

“Para vender aviones, Embraer tuvo que producirlos en China, algo que no está de acuerdo con las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Embraer creó una joint venture con una empresa china, pero poco después otra empresa china empezó a producir el modelo de Embraer. Para mantener su ventaja competitiva Embraer intentó producir un modelo más sofisticado, pero nunca consiguió la autorización del gobierno chino”, indicó a BBC Mundo Mesquita Moreira.

A pesar de estas dificultades el especialista del BID está convencido que las empresas de América Latina tienen que seguir apostando por China.

“Es importante que las empresas coordinen su acción con sus respectivos gobiernos en América Latina. Sería importante también que los gobiernos ejerzan más presión diplomática sobre el gobierno chino y en eso, es mejor que negocie el Mercosur a que negocie Argentina solo. Lo mismo vale para la Alianza del Pacífico”.

“Pero si hay un país del mundo donde vale la pena pagar un costo de entrada por su crecimiento y tamaño ese país es China”, indicó a BBC Mundo.

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