Fuente: PaginaSiete
“El país (en América Latina) que no tiene a China como primer socio comercial, lo tiene como segundo”. A esta conclusión arribó la directora de Iniciativa para las Inversiones Sustentables Chinas-América Latina (Iiscal), la ecuatoriana Paulina Garzón, que hace poco presentó en el país el estudio “Compilación de directrices ambientales y sociales chinas para las operaciones en el extranjero”.
El estudio concentra su atención en la recopilación de las 24 directrices ambientales y sociales chinas, aplicadas en los países donde interviene con inversiones. En esa línea, Garzón recuerda que empezó a monitorear las inversiones chinas en 2014 sobre “el volumen y orientación de estas inversiones en toda América Latina y vimos alta concentración de la inversión en zonas sensibles, parques nacionales, territorios indígenas y sitios declarados patrimonio de la humanidad para el desarrollo de obras de infraestructura”.
El investigador y responsable de Incidencia Política del Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib), Marco Antonio Gandarillas, sostuvo que las empresas chinas están presentes en todos los sectores, desde la extracción de oro con dragas en ríos del departamento de La Paz, pasando por la construcción de carreteras, hasta la exploración sísmica en el Bloque Petrolero Nueva Esperanza, en la cuenca del Río Madre de Dios, en el norte del país, por parte de la empresa china BGP. Esta compañía fue acusada por organizaciones del sector ambiental y de derechos humanos de generar un impacto ambiental en el área y poner en riesgo el territorio indígena Tacana, así como la vida del pueblo indígena no contactado Toromona.
El exembajador de China en Bolivia Liang Yu confirmó en 2018 que entonces había “60 empresas chinas que operan en Bolivia”. Entonces una investigación del Cedla estableció que con el financiamiento de China y los contratos llave en mano, resultado de la flexibilización, cambiaron los procesos de inversión pública y la adjudicación de contratos.
El gobierno de Evo Morales adjudicó en 2016 a la empresa china Asociación Accidental Rositas la ejecución de la “Ingeniería, Suministro, Construcción, Montaje Pruebas y Puesta en Marcha” de la hidroeléctrica de Santa Cruz, cuyo costo es superior a los 1.000 millones de dólares.
Dos años después, las comunidades indígenas Yumao, Tatarenda y Vallegrandinas lograron paralizar las obras y entonces querían de manera definitiva la suspensión de las labores, porque se prevé que inundará 450 km cuadrados, afectando a tres áreas protegidas y más de una veintena de comunidades. Pueblos indígenas asentados en los ríos Beni, Tuichi y Quiquibey rechazan la hidroeléctrica Chepete-Bala, ubicado en el norte paceño.
China en países megadiversos
Garzón sostuvo que China se ha convertido en un socio de “vital importancia” para la región en muchos frentes, incluyendo la construcción de obras de infraestructura, como carreteras, puertos, represas, oleoductos y ferrocarriles, además en la extracción de recursos naturales, como petróleo, minerales, metales y soya. “Muchas de estas intervenciones conllevan altos riesgos que pueden poner en riesgo no sólo la estabilidad de importantes ecosistemas con funciones globales, sino la subsistencia física y cultural de las comunidades locales”, alerta en el documento publicado.
Señala que “en el corazón de las preocupaciones” están los riesgos ambientales. En la región, dice, se encuentran ocho de los 17 países megadiversos del planeta, sistemas únicos como la Amazonia, el desierto del norte de Chile y sur del Perú, las pampas argentinas. El reto, continúa el documento, radica en cómo lograr que los costos económicos de los impactos ambientales y sociales del extractivismo y las megainfraestructuras no superen las ganancias que podrían generar los proyectos en los países anfitriones.
Garzón, experta en estudios sobre inversiones de desarrollo sustentable y en la protección del medioambiente, afirmó que las dos terceras partes del portafolio de proyectos mineros del Perú están en manos chinas, Ecuador exporta buena parte de su producción de petróleo a China, Brasil es el primer socio en la venta de soya al gigante asiático, al igual que la Argentina desde hace varios años.
Bolivia debe más a China
Gandarillas explicó que el principal acreedor bilateral o al país que más debe Bolivia es a China, de acuerdo con un informe del Banco Central de Bolivia a diciembre de 2019.
“Se debe a China 1.045 millones de dólares, suscritos en decenas de convenios bilaterales y curiosamente ningún sobre la defensa de derechos humanos ni del medioambiente, pero muchos préstamos para infraestructura y en materia comercial”, dijo. Sostuvo que China es un “actor de primer orden económico, comercial y político” y Evo Morales en su gobierno se refería casi cotidianamente al respaldo que recibía del país asiático.
Francia es el segundo acreedor de Bolivia con 200 millones de dólares y en tercer lugar Alemania con 45 millones de dólares. Garzón afirmó que en la región Bolivia es el quinto país que debe a China: primero está Venezuela ($us 67.200 MM), sigue Brasil ($us 28.900 MM), Argentina ($us 16.900 MM) y Ecuador ($us 18.400 MM).
La experta explicó que Bolivia recibió tratamiento preferencial de China con tasas de interés bajas: 4 y 6% y a 20 y 25 años, pues normalmente presta a un promedio de 7 y 12% de interés y a 10 y 12 años de retorno rápido.
La estudiosa dijo que otros países que tienen préstamos menores, como Colombia, Perú y Chile, tienen más acceso a otros actores financieros multilaterales o mercados financieros privados porque su calificación crediticia es mejor que los países donde hubo gobiernos de izquierda y “en parte porque hubo una relación de identidad política”.
La experta también sostuvo que mientras el FMI y el Banco Mundial realizan préstamos con condiciones de tipo fiscal, China condiciona los préstamos o “vienen atados” con empresas constructoras chinas e incluso contratación de personal, es el caso de Sinohydro Bolivia. “En varios países se modificó la reglamentación de las leyes de contratación y para favorecer sin licitación pese a la magnitud de la inversión”.
Busca “globalizar” sus políticas
“Compilación de directrices ambientales y sociales chinas para las operaciones en el extranjero” señala que hay un compromiso de los líderes chinos para “globalizar” sus políticas ambientales con el propósito de rebasar las fronteras porque solo de esta manera el país asiático cumplirá su “rol de garantizar la seguridad ecológica global”.
En las últimas tres décadas, añade el documento, China respondió a la crisis ambiental con la promulgación de leyes, directrices y compromisos ambientales con la intención de aplicar en el ámbito doméstico e internacional. Hace poco nombró a la contaminación como una de las “tres batallas duras”, conjuntamente con la prevención de los riesgos financieros y la reducción de la pobreza, aunque está lejos de convertirse en un modelo de gobernanza ambiental, porque es uno de los principales países en contaminar el planeta.
Explica que la inversión china en el extranjero tiene ciertas particularidades y diferencias frente a las inversiones occidentales: el fuerte papel que juega el Gobierno chino para establecer las prioridades de negocio de las empresas y bancos chinos, y la importancia que tiene la construcción de una buena imagen de China a través de las empresas que desarrollan proyectos en el exterior.
En esa línea, continúa el texto, un proyecto contratado en el extranjero involucra inversión y financiamiento, consulta de diseño, adquisición de equipos, construcción y gestión de operaciones de proyectos de ingeniería en el extranjero y promueve la globalización de los servicios de tecnología y productos chinos y la profundización de la cooperación internacional.
China mantendrá sus inversiones en el país
La directora de Iniciativa para las Inversiones Sustentables Chinas-América Latina (Iiscal), la ecuatoriana Paulina Garzón, sostuvo que China mantendrá sus niveles de inversión y préstamos en el país con este u otro gobierno, obviamente tenía más preferencia durante los 14 años de gobierno de Evo Morales, que era aliado político del gigante asiático.
“El pensamiento chino es recuperar la prevalencia, el poderío de China a nivel global y recuperar el imperio chino a través de la economía”, dijo Garzón. Recordó que el actual presidente de China, Xi Jinping, se mantiene en el cargo desde 2013 y para permanecer en el cargo reformó las reglas de juego.
Explicó que China puso hace siete años en marcha la Iniciativa de la Franja y la Ruta, considerada “una oportunidad de desarrollo para todos”. Desde su lanzamiento, se ha convertido en la plataforma de cooperación más grande, pues hasta ahora, 123 países y 29 organizaciones internacionales han firmado documentos para participar en la cooperación sobre la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, entre ellos Bolivia y otros 18 países de la región. Dijo que ofrece “inmensas oportunidades de desarrollo”, entre ellos ser parte de corredores de conectividad: ferrocarril, plantas de generación de electricidad, yacimientos de gas y petróleo, producción de soya, entre otros.
“Hay un plan en camino, China tiene el banco de desarrollo Eximbank y creó el Banco Asiático de Infraestructura, un motor económico de la Franja y la Ruta, tiene dinero, capacidad técnica y respaldo de los países; tiene varios proyectos para corredores de conectividad en el mundo”, dijo.
Por todo lo señalado, según Garzón, China está cambiando “un sistema socialista, con características chinas”, a una lógica del mercado, donde las leyes son la oferta y demanda, con “una réplica del capitalismo voraz”.
La deuda con China
- Deuda Bolivia debe a China 1.045 millones de dólares a diciembre de 2019, de acuerdo con un reporte del Banco Central de Bolivia.
- Importación Bolivia mantiene una relación comercial deficitaria con China. En 2018, el saldo en contra alcanzó los 1.617 millones de dólares, debido a que las exportaciones al país asiático han experimentado un estancamiento desde 2015 en 450 millones de dólares, mientras que las importaciones sobrepasaron los 2.075 millones de dólares desde 2017, señala en un último reporte el Instituto Boliviana de Comercio Exterior (IBCE).
- Productos En 2018, se exportaron hacia China 59 productos (389.955 toneladas) sobresaliendo los minerales: zinc, plomo, cobre y plata. Le siguen los boratos de sodio naturales y, en menor volumen, la madera aserrada, cortada o desenrollada. Durante este mismo año se importó desde China maquinarias, vehículos y celulares de un total de 4.037 productos, 911.217 toneladas.
- Celulares La importación de teléfonos móviles fue de 129 toneladas durante el 2018, equivalente en 41 millones de dólares, según el IBCE.