Fuente: Xhinua
China, principal socio comercial de Argentina en el ámbito agroindustrial, se ha convertido en un aliado de confianza para el país sudamericano a lo largo de toda la cadena de producción sojera, cultivo que es el pilar económico de la región centro desde hace 20 años en esta nación.
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La cooperación del país asiático tiene diversas aristas, que van más allá de su rol de importador de la soja y sus derivados, e incluyen un rol preponderante en la secuencia productiva, el procesamiento con valor agregado, el desarrollo de maquinaria agrícola y la apuesta a la biotecnología compartida, para el beneficio mutuo y la ganancia de ambas partes.
Argentina es el tercer exportador mundial de porotos de soja, el primer exportador mundial de harina de soja, el primer exportador mundial de aceite de soja y el segundo exportador mundial de biodiesel en base al aceite de soja y Xinhua recorrió, en días sucesivos, el corazón de esa industria, que tiene eje en la ciudad de Rosario y sus terminales portuarias aledañas.
En lo comercial, los números hablan por sí solos: La zona exporta entre el 68 y el 75 por ciento de los productos agropecuarios de Argentina, y de 93 al 95 de los productos agroindustrializados del país, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Desde aquí, en 2015, se enviaron al mundo 56,3 mill./t de granos y subproductos, 80,9 por ciento sobre el total nacional, y el primer destino fue China, con 26 por ciento de ese total, dijo Julio Calzada, titular de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la BCR.
Allí cobran interés los desarrollos biotecnológicos conjuntos, como el que impulsan desde 2013 las firmas Bioceres y Dabeinong Technology Group para producir semillas de soja y maíz resistentes, combinando tecnologías de protección contra sequía y salinidad, generadas aquí, con resistencia a insectos y herbicidas apuntaladas por la parte asiática.
“Se está generando una oportunidad muy importante, porque hay complementariedad entre Argentina y China. Desde el punto de vista tecnológico, hay ventajas comparativas que, si se exploran, pueden hacer que dos empresas, una china y una argentina, puedan generar desarrollos mucho más rápido y menos caros si trabajamos juntos”, resaltó Gerónimo Watson, director de Tecnologías y Productos de Bioceres.
Otro antecedente lo generó la empresa Rizobacter Argentina, una compañía con 38 años en el mercado y una facturación anual de más de 100 millones de dólares, que en diciembre de 2014 recibió a una comitiva de la Academia de Ciencias de la provincia china de Heilongjiang.
La idea, celebrar un acuerdo para la investigación y desarrollo conjunto de tecnologías microbiológicas que permitan mejorar la producción en suelo chino, contó a esta agencia el CEO de la compañía, Ricardo Yapur.
Del mismo modo, la empresa argentina Biogénesis Bagó avanza con la compañía china Shanghai Hile para la producción de la vacuna anti aftosa en China con tecnología argentina.
La cooperación asociada también se vincula al necesario desarrollo de infraestructura en Argentina, explicó Diego Viñas, corredor de cereales (NdR: vendedor en el recinto) de la BCR: “Argentina tiene un ingreso anual de 144 mil millones de dólares por exportaciones, y el campo aporta sólo 12 mil millones de dólares, no llega al 10 por ciento”, dijo.
Viñas resaltó la importancia del aporte chino para mejorar la infraestructura del país, por ejemplo, a través del relanzamiento del ferrocarril Belgrano Cargas, que atraviesa provincias del norte argentino y es clave para que la cosecha llegue a los puertos exportadores.
En cuanto a la maquinaria agrícola, Xinhua visitó las instalaciones de Giorgi, una empresa fundada en 1958, que se desarrolló desde un taller sin importancia hasta convertirse en uno de los principales fabricantes de cuerpos sembraderos de este país.
Las exportaciones de la firma “se han complicado en los últimos años por la cuestión cambiaria (valor del dólar y trabas para su compra y venta), pero no perdemos las esperanzas (de recuperar mercados externos), por ejemplo, a partir de emprendimientos que podrían hacerse con empresas chinas”, dijo Osvaldo Giorgi, continuador de la firma.
“Sería desde luego interesante poder tener un acuerdo de complementación y de transferencia de conocimientos con China, para sernos útiles mutuamente. La buena tecnología de China es tan buena como toda buena tecnología”, señaló.
Xinhua también visitó la planta de Renova, en la localidad de Timbúes, provincia de Santa Fe, kilómetros al norte de la ciudad de Rosario, un joint venture formado por las empresas Vicentin y Oleaginosa Moreno que, en un predio de 200 hectáreas, cuenta con una capacidad de producción de 20.000 toneladas por día de soja, explicó su gerente, Rubén Silva.
Allí “se obtienen harina de soja, de alta proteína, usada para alimentación animal, cáscara de soja, que se pelletiza para ser enviada al mundo de forma más eficiente, también para alimentación animal, lecitina de soja, para alimentación animal, y aceite crudo de soja, para alimentación humana luego de ser refinado”, detalló el directivo.
El complejo tiene capacidad para almacenar 300 mil toneladas de soja, 190 mil toneladas de productos sólidos (harina y cáscara), 60 mil toneladas de aceite y 10 mil toneladas de lecitina.
La planta “se diseñó como una fábrica de alta eficiencia. Este negocio agrega tecnología año a año, por ejemplo en control, en sistemas de distribución, tecnología de software y máquinas nuevas”, detalló Silva, que resaltó las posibilidades de cooperación con China.
“Hay oportunidades de intercambio, en este negocio como en otros, porque son economías complementarias”, enfatizó el directivo, para quien el agregado de valor “es la base para el desarrollo de una agroindustria, que se viene desarrollando desde hace ya unos cuantos años con una primera etapa de producción de materia prima. Ahora hay una segunda etapa, por ejemplo en todo lo relacionado con las posibilidades que da el procesamiento del aceite”, dijo.
China y Argentina, ambos importantes mercados emergentes, deben impulsar los intercambios y la cooperación, compartir las oportunidades de desarrollo y trabajar juntos para enfrentar sus desafíos comunes.