Fuente: Dialogo Chino
Desde la perspectiva de la República Popular China (RPC), la capacidad de alimentar a su población de 1.350 millones de habitantes es cuestión de importancia estratégica existencial. La creciente prosperidad china y su consumo asociado de carne ha incrementado exponencialmente la demanda de un sistema agrícola chino restringido por tierra cultivable limitada, contaminación industrial y sequías.
Aunque China ha buscado mantener la autosuficiencia en la producción de alimentos para consumo humano, está mirando cada vez más al extranjero para adquirir alimentos para animales para producir esa carne, incluyendo soya para alimentar a los cerdos y harina de pescado para los pollos. Como resultado, de 2000 a 2012, el comercio agrícola chino con Latinoamérica se expandió de USD 2.000 millones a USD 26.200 millones y se proyecta que exceda los USD 40.000 millones para 2017. Con la bendición del gobierno chino, las compañías agrícolas han desarrollado cada vez más relaciones en el extranjero, incluyendo Latinoamérica, para obtener alimentos vitales.
Un vistazo a cinco países (Argentina, Brasil, Perú, Jamaica y México) nos aclara la diversidad de la actividad agrícola china en la región y los desafíos que se trae.
Argentina. Durante la última década, los elevados precios internacionales de la soya, impulsados en parte por la demanda china, han hecho que los agricultores argentinos dediquen las tierras antes usadas para otros cultivos, a la producción de soya. Aunque las crecientes exportaciones de soya de Argentina a China también estimularon el interés de los inversionistas chinos en adquirir tierras en el país, una ley de tierras argentinas decretada en diciembre de 2011, restringía tales adquisiciones.
Generalmente incapaces de adquirir tierras, las compañías chinas urdieron una estrategia para intentar construir una infraestructura logística del huerto al puerto y garantizar la entrega de estos artículos tan necesitados, imitando la de compañías agroindustriales establecidas, tales como ADM, Bunge, Dreyfus y Cargill.
En agosto de 2011, por ejemplo, el grupo chino Beidahuang Nongken, con sede en Heilongjiang anunció un proyecto propuesto en donde invertiría USD 1.500 millones en la provincia argentina de Río Negro para el cultivo de frijol de soya, incluyendo la instalación de sistemas de irrigación y la construcción de instalaciones para almacenamiento, trituración y otros. El proyecto se estropeó, sin embargo, cuando el gobernador provincial que le había abierto las puertas al mismo, César Barbeito, fue derrotado en las elecciones regionales por Carlos Soria, el candidato del partido gobernante nacional, el Frente para la Victoria, quien se oponía al proyecto.
De manera similar, en 2012, el conglomerado agrícola chino Chongqing Grain, en conjunto con un socio argentino, Molinos Cañuelas, supuestamente estaba buscando establecer una instalación de producción de soya en la provincia de Córdoba.
Al final, sin embargo, la incapacidad de las compañías chinas de construir tales redes logísticas las ha llevado a adquirir compañías con una presencia establecida en el sector, incluyendo la adquisición de USD 1.200 millones de participación mayoritaria en la compañía agrícola Nidera, así como la adquisición de USD 1.500 millones de una participación mayoritaria en H.K. Noble en 2014.
Brasil. Al igual que con Argentina, el gobierno de Brasil ha reaccionado para bloquear a los chinos y otros inversionistas extranjeros de adquirir tierras en su país, incluyendo un fallo restrictivo de la oficina del Procurador General en 2010 bloqueando dichas adquisiciones, reforzado por más decretos administrativos en 2011.
Nuevamente, imitando la experiencia de Argentina, en vista de tales restricciones, los inversionistas chinos en Brasil deseaban crear una infraestructura en el país para adquirir, almacenar, procesar y exportar frijol de soya y otros productos agrícolas a la RPC. Los proyectos anunciados incluían una inversión de USD 7.500 millones de Sanhe Hopeful en el estado de Goias y USD 2.500 millones en proyectos de Chongqing Grain en Bahia, aunque a la fecha ningún proyecto ha progresado.
Perú. En Perú, la inversión agrícola china se ha centrado en el sector de la pesquería. En la última década, el grupo hongkonés con sede en China Fisheries Group, adquirió una porción significativa de la flota pesquera peruana y se asoció con instalaciones de procesamiento de harina de pescado en tierra, confiriendo derechos a una porción aun más grande de la cuota pesquera en altamar peruana. Para noviembre de 2011, el grupo tenía seis instalaciones de procesamiento en la costa peruana y derechos al 12% de la cuota pesquera del país. Su progreso más significativo, no obstante, vino en junio de 2013, cuando virtualmente duplicó su presencia adquiriendo la compañía pesquera Copeinca por USD 783 millones.
Jamaica. Las actividades agrícolas chinas en Jamaica estaban relativamente limitadas hasta 2010, cuando la empresa estatal china China National Complete Plant Import Export Corporation (Complant) adquirió la instalación nacional de procesamiento de caña de azúcar que estaba siendo liquidada por el gobierno jamaiquino por USD 774 millones.
Desde sus inicios, no obstante, Complant experimentó frecuentes dificultades con su fuerza laboral y los productores locales de azúcar, forzando a la compañía a reemplazar al gerente de planta que había sido enviado inicialmente desde China.
México. La participación agrícola china en México ha sido históricamente limitada. En comparación con Brasil y Argentina, hay pocas tierras en México que puedan modificarse para cultivar productos agrícolas que se puedan exportar a la RPC. Como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la mayor parte de esa producción agrícola que México exporta la absorbe los Estados Unidos.
Bajo el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, México no obstante, ha intentado expandir sus exportaciones agrícolas a China para compensar el enorme déficit comercial del país con la RPC en productos manufacturados. En 2013, México y China llegaron a acuerdos para expandir las exportaciones mexicanas de cerdo a la RPC, sin embargo, hasta la fecha, tales iniciativas solo han producido resultados limitados.
Rol de crecimiento de China
En general, el enfoque de la participación agrícola china en los países de Latinoamérica y el Caribe ha dependido de los sectores agrícolas predominantes en el país anfitrión y de aquéllos que satisfacen necesidades particulares dentro de la RPC. Por tanto, en Perú, el enfoque chino en el sector pesquero es una coincidencia entre la existencia de un sector pesquero importante en el país y la voraz demanda que tiene China por la harina de pescado para la alimentación de sus pollos.
Las iniciativas agrícolas chinas en la región también han generado con regularidad una resistencia política en los países en donde esto ha ocurrido. Normalmente, tales objeciones no han sido enmarcadas dentro de los términos de la identidad china de la compañía o de los empresarios en sí. La oposición al proyecto Beidahuang en Río Negro, por ejemplo, se enfocó en si el gobierno estatal tenía la autoridad constitucional de comprometer el territorio argentino a una empresa extranjera, mientras que en Jamaica, las críticas de la venta del gobierno de su refinería de azúcar a Complant simplemente cuestionaron si se estaba obteniendo un buen trato.
Virtualmente en todos los casos, la participación agrícola china en la región refleja un proceso de aprendizaje constante; las compañías chinas que realizan negocios en la región eventualmente se volverán más eficaces.
Hoy en día, las actividades de las compañías agrícolas chinas están transformando a Latinoamérica y el Caribe. El proceso de aprendizaje y adaptación de aquellas compañías solamente realzará los efectos de su compromiso con la región, tanto positivo como negativo, en los años por venir.
Este artículo es una versión resumida del capítulo de R. Evan Ellis de la recientemente lanzada Política Exterior China: relaciones regionales y cooperación, publicada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).