Fuente: El Informador Publico
El intercambio comercial con China registra un desequilibrio creciente. En los últimos cinco años las exportaciones argentinas a ese destino aumentaron un magro 27%, mientras que las importaciones crecieron en el mismo lapso un 123%.
El saldo comercial, que en 2009 era negativo en US$ 895 millones, el año pasado anotó un déficit de US$ 5789 millones. Exportamos por valor de US$ 5.006 millones e importamos por un monto de US$ 10.975 millones.
La estructura del intercambio reproduce los problemas de competitividad de la economía argentina. Exportamos productos básicamente agropecuarios e importamos bienes industrializados.
Los diez primeros productos exportados representan el 80% de las ventas. El 63% de nuestras exportaciones son porotos de soja. En cambio, los 10 primeros productos importados apenas llegan al 20% de las compras. Compramos en China la cuarta parte de los bienes de capital y de consumo importados. Las importaciones están diversificadas.
Los recientes acuerdos con China facilitan el acceso a obras de infraestructura en la Argentina sin proceso licitatorio -algo nunca recomendable- y han generado reclamos entre el empresariado argentino.
Más inexplicable que esa concesión es el hecho de que no se haya negociado ningún acceso preferencial de productos argentinos a China, ni ninguna inversión productiva con orientación exportadora que tendiera a achicar el enorme y creciente desequilibrio existente en la relación comercial.
Como en toda la política económica con el exterior, falta visión estratégica y todo está teñido por las necesidades del momento.
Principales productos intercambiados con China
En millones de dólares
A la inversa de lo que ocurre con las exportaciones, los diez primeros renglones de importación sólo representan el 21% del total importado.
En otros términos, las importaciones se distribuyen en una enorme cantidad de rubros, como reflejo de la enorme competitividad de la economía china.
En los primeros lugares de las compras argentinas a China ocupan un lugar destacado los equipos telefónicos y sus partes, equipos para procesamiento de datos (computadores y otros) y más recientemente material ferroviario.
Los acuerdos recientes y una relación asimétrica
Los acuerdos firmados con China el año pasado y convertidos en Ley por el Congreso, más los que recientemente firmó la Presidenta en su viaje consolidan esta relación asimétrica con China.
La relación comercial asimétrica es básicamente fruto de las diferencias de competitividad de las dos economías. En ese tipo de circunstancias sería normal que el gobierno procurara un mejor balance impulsando nichos específicos de la producción argentina.
Esto está por completo ausente en el acuerdo marco y en los diversos convenios bilaterales. En cambio, se facilita el acceso de empresas chinas a la realización de obras de infraestructura sin estar sujetas a licitación, en la medida que provean simultáneamente financiamiento. En otros términos, mirada la relación a largo plazo al déficit comercial se agregará un déficit en la cuenta de capital, porque si bien en un primer momento se producirá un ingreso neto de capitales, en una segunda etapa estará el repago de los préstamos.
El sector privado argentino ha reaccionado un tanto tardíamente a estas cuestiones. Se objeta en los acuerdos la posibilidad de que junto con las inversiones se genere una inmigración que reste oportunidades de trabajo a nuestra mano de obra nacional.
En este último punto no puede dejar de señalarse que detrás del intercambio de bienes hay, por supuesto, mano de obra y que en los US$ 10.795 millones importados el año pasado es probable que haya más trabajo chino incorporado que en las nuevas inversiones en infraestructura.
La conclusión es que la Argentina sigue sin tener un proyecto a largo plazo de inserción en el mundo y las necesidades de la coyuntura moldean las decisiones gubernamentales.