Fuente: DW
En la cumbre de la CELAC con China en Pekín el 8 de enero pasado, Xi Jinping, el jefe de Estado chino, anunció inversiones de su país en América Latina por 250.000 millones en la próxima década.
Además, China prevé que el volumen comercial entre ambas regiones aumentará hasta el año 2025 a 500.000 millones de dólares anuales. Eso supondría una duplicación de los actuales 280.000 millones.
China es desde 2010 el segundo más importante abastecedor de América Latina, detrás de Estados Unidos y antes de la Unión Europea. Como comprador, ocupa el primer lugar para Chile (25 por ciento de las exportaciones del país) y el segundo para Brasil (15 por ciento), Uruguay (14 por ciento), Colombia (9 por ciento) y Argentina (7 por ciento).
Una estructura comercial conocida
La estructura de las relaciones comerciales entre China y América Latina se asemeja a las que esta última mantiene con los países industriales occidentales: China compra petróleo, cobre, soja y carne y envía productos terminados y tecnología.
En los pasados años fue un buen negocio para América Latina. Mientras duró el boom de las materias primas, la región recibió por sus productos cada vez más autos, celulares, computadoras y máquinas.
Con la disminución de la demanda de materias primas en todo el mundo y la caída del precio del petróleo, viene el duro despertar: para pagar sus deudas, Venezuela debe ahora enviar a China el doble de petróleo que hace un año. También los precios de la soja y el cobre han caído un 50 por ciento en los últimos años.
Inversiones en materias primas
China no solo compra en América Latina, sino que también invierte. Desde 2010, unos 10.000 millones de dólares por año. Eso corresponde a un seis por ciento de todas las inversiones extranjeras en la región. Según Deutsche Bank Research, el 90 por ciento de las inversiones de capital recae sobre la explotación de materias primas.
Tres empresas chinas compraron, por ejemplo, en abril de 2014, en Perú, una de las mayores minas de cobre del mundo, por unos 6.000 millones de dólares de dólares. Y el grupo estatal chino de alimentos COFCO adquirió hace poco Nidera y Noble, dos de los más importantes comerciantes mundiales de granos y líderes en América del Sur.
Créditos para infraestructura
También los créditos bilaterales adquieren creciente importancia. En Cuba, China financia un nuevo puerto; en Argentina, la modernización de una línea férrea y la construcción de dos centrales eléctricas. La brasileña Vale, una de las tres mayores empresas mineras del mundo, recibió de China un crédito para la compra de barcos y maquinaria. También está avanzado un proyecto de ferrovía de Brasil a Perú, atravesando los Andes. En Nicaragua, un grupo chino financia la construcción de un nuevo canal entre el Atlántico y el Pacífico.
En muchos los proyectos, los créditos están atados a condiciones: en los trabajos de construcción deben participar en gran escala empresas chinas y los bienes de inversión son enviados naturalmente desde China.
Los amigos necesitan dinero
China concede también créditos a diversos Gobiernos para cubrir déficits presupuestarios. A Argentina le abrió una línea de crédito en yuanes por 11.000 millones de dólares, para combatir la aguda escasez de divisas en el país.
Con la caída del precio del petróleo sufren también fuertemente los presupuestos de Ecuador y especialmente de Venezuela. China acudió en su ayuda y prometió créditos por 7.500 y 20.000 millones de dólares respectivamente.
Según el think tank Inter-American Dialogue, la región recibió ya de 2005 a 2013 unos 98.000 millones de dólares en créditos: un considerable importe, comparado con la concesión multilateral de créditos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo a la región, que, según Deutsche Bank Research, fue de 163.000 millones de dólares en el mismo periodo. Los mayores créditos chinos fueron para Venezuela (50.000 millones), Argentina (14.000), Brasil (13.000) y Ecuador (10.000).
¿Dónde se genera el desarrollo?
En su expansión hacia América Latina, China defiende naturalmente sus propios intereses. El desarrollo de los países latinoamericanos no está en su foco. Es tarea de las elites y los Gobiernos de América Latina romper ese círculo vicioso y desarrollar modelos propios de desarrollo.
Esa estrategia no debe estar basada en la exportación de materias primas, sino en la expansión del conocimiento y el desarrollo de sus propios recursos humanos. Cambiar una dependencia por otra no será la solución.
ahora tambien va invertir rusia espero que las inversiones sean hechas sin corrupcion y que benficie al pueblo y el futuro de estos paises