Fuente: FrancoMacri.com.ar
El artículo publicado en el diario la Nación el 29 de diciembre “Pacto con China, del idilio a la dependencia” escrito por el periodista Carlos Pagni me lleva a realizar algunas consideraciones puntuales, porque me parece que la nota intenta mostrar un perfil imperialista, agresivo y de expansión de China en nuestra región avalado por su condición de potencia mundial.
China (y sus empresas) es un jugador más en el escenario de inversores internacionales, y como todos los otros países, tiene derecho -y debe ser bienvenido- de participar a través de la Unión Transitoria de Empresas (UTEs) o en forma directa, en llamados a licitaciones internacionales.
China tiene una relación estratégica, política y económica, histórica con LATAM, en donde aplica diferentes políticas y desarrolla distintos negocios en cada país, más allá de los partidos políticos que gobiernen en ellos.
China colaboró y colabora con varios países a nivel mundial e incluso con grandes potencias como Estados Unidos o Alemania y no existe ninguna prueba de que haya tenido injerencia en las decisiones políticas de los Estados con los que negocia. Por tanto no es creíble que a pesar de todo su poder tenga ese tipo de influencia sobre Argentina y su Gobierno.
Por su parte Argentina tiene una demanda en infraestructura insatisfecha (transporte, energía, industria y otros sectores) que limita su crecimiento y el de su población. El país está en default técnico (Holdouts) y no recibe financiación internacional ni siquiera de vecinos poderosos como Brasil. Es decir que el país asiático nos ofrece, tecnología, capacitación y una financiación competitiva, en un momento en el cual no hay otra nación en condiciones de hacer propuestas financieras a la Argentina.
El gobierno chino se mueve a nivel internacional a través de Acuerdos Binacionales porque estos implican mayor seguridad para sus inversiones y se enfoca en Grandes Proyectos acordados entre Estados. Realizados los acuerdos involucra a sus empresas, que como es de público conocimiento, son estatales o mixtas.
Por otra parte la mano de obra que han traído los chinos a la Argentina hasta ahora fue exclusivamente de personal calificado (profesionales, ingenieros, técnicos) que trabajaron a la par de los equipos argentinos en el desarrollo conjunto de tareas.
El Gobierno Argentino defiende claramente las políticas de empleo. El mismo es un tema sensible para esta administración y uno de los indicadores sociales que mejoró más concretamente.
Con todos los defectos que pueda tener como proveedor, China es un país que aprovechó el alejamiento de empresas europeas, que produjo la Deuda con el Club de París, e intenta reemplazar dicha oferta con sus propias compañías.
Es por ende la opción más realista (y en ese caso la mejor) con la que cuenta Argentina en el contexto actual de su economía (y sus finanzas) y de la economía Mundial, teniendo en cuenta, además, que el Hemisferio Norte sigue pasando por su mayor crisis en décadas y no ofrece préstamos internacionales competitivos.
Creo que es más caro para la Argentina, el costo político interno de posponer el desarrollo de su infraestructura, que realizar grandes proyectos con China.
Esto es lo que hace el resto del mundo, que se vale de China como socio estratégico para emprendimientos dificultosos e importantes en los que necesita de un asociado con el mayor expertise técnico y un apoyo financiero posible.