Fuente: El País
En una torre de ocho pisos que se levanta en los alrededores de la vieja Managua —una zona devastada hace más de cuarenta años por un catastrófico terremoto y que desde entonces no ha vuelto a renacer— se disponen las oficinas de lo que será la sede nicaragüense de la empresa china Xinwei. La vieja torre, ahora pintada de un fucsia intenso, el color favorito con el que la primera dama Rosario Murillo ha ordenado pintar todos los edificios públicos, ha sido rebautizada como Edificio Libertad y según los planes del Gobierno de Daniel Ortega, desde ahí se gestionará la millonaria inversión de la compañía china, que gastaría en tres años más de dos mil millones de dólares en el sector de las telecomunicaciones de Nicaragua, con una inversión inicial de 700 millones de dólares.
El edificio recién remozado continúa vacío y hasta la fecha nadie sabe qué ha pasado con los inversionistas chinos, a pesar de las ventajas que el Gobierno de Ortega ha dado a Xinwei, promoviendo una ley que permitirá a los chinos abaratar los costos de instalación o arriendo de las 500 torres de transmisión que necesitarían para su negocio. La inversión fue anunciada a bombo y platillo en septiembre de 2012 por uno de los hijos de Daniel Ortega, Laureano, asesor de inversiones de la empresa ProNicaragua, encargada de promover las inversiones en el país.
Xinwei forma parte de una lista de varias empresas chinas que el Gobierno ha presentando con algarabía como la nueva ola de inversionistas interesados en hacer negocios y sacar de la miseria a Nicaragua, un pequeño y pobre país centroamericano de 5,6 millones de habitantes que no cuenta con mayores recursos que su estratégica posición geográfica. Los chinos, según el mismo Ortega, han visto en esa posición estratégica una multimillonaria oportunidad, por lo que han mostrado su interés por construir un gran canal interoceánico en esta pequeña nación. La inversión: 40 mil millones de dólares, un monto 25 veces mayor al presupuesto de gastos de Nicaragua, que asciende a 1.619 millones de dólares anuales. La empresa a cargo de este proyecto faraónico es HK Nicaragua Canal Development Investment Co., con sede en Hong Kong.
Las esperanzas chinas de Daniel Ortega también incluyen el espacio. El Gobierno anunció que inició negociaciones para encargar la construcción de un satélite a la empresa China Great Wall Industry Corporation (CGWIC), autorizada por Pekín para proveer satélites dentro de la política de cooperación espacial del gigante asiático. El satélite, que será bautizado como Nicasat-1, podría estar en órbita en 2016 y su costo asciende, según el último cálculo de la empresa pública de telecomunicaciones, Telcor, a 346 millones de dólares. Telcor ha pedido financiamiento a bancos chinos para lograr construir y lanzar el satélite.
El Nicasat-1 será usado para desarrollar el servicio de Internet en Nicaragua, país que según datos de la Internet World Stats, tiene apenas 663,500 usuarios del servicio, es decir, el 11.7% de la población. Además, el aparato espacial también se usará para mejorar el servicio de televisión satelital, incluyendo la apertura de tres canales de educación a distancia, y las comunicaciones del Gobierno y el Ejército de Nicaragua. También ofrecerá cobertura a otros países de Centroamérica.
Estas inversiones chinas han sido recibidas con mofa por los críticos del Gobierno de Ortega, que las han descalificado como “cuentos chinos” del ex guerrillero sandinista. El presidente, sin embargo, parece no cansarse de hacer anuncios de megaproyectos, sin preocuparse mucho sobre los detalles de cómo serán desarrollados.El Gobierno también ha dicho que empresas chinas estarían interesadas en la construcción de una vía de ferrocarriles que unirán las costas del Pacífico de Nicaragua (la región más habitada del país) con las zonas del Caribe, siempre olvidadas por el Estado y cada vez más conquistadas por las redes del narcotráfico internacional, que las usan como vía de transporte de la droga que viaja del sur al norte del continente.Estos anuncios de mega inversiones han coincidido con los cambios producidos recientemente en Venezuela, tras el fallecimiento del presidente Hugo Chávez, principal aliado y gran benefactor de Ortega, a quien ha financiado su controvertido proyecto político, entregando una ayuda petrolera que supera los 500 millones de dólares anuales desde 2007. ¿Está buscando Ortega otro gran aliado por si el petróleo de Caracas comienza a mermar? El fin de semana pasado el presidente venezolano Nicolás Maduro visitó a Ortega en Managua y le prometió que la ayuda se mantendrá, y que se ampliará la cooperación en salud, educación, juventud y cooperativas productivas. “La mejor forma de demostrar la lealtad es trabajar sin descanso por hacer una América Latina unida”, dijo Maduro a Ortega en una acto oficial realizado en la vieja Plaza de la Revolución, de la capital nicaragüense.
En su momento, Ortega anunció a todo un país que la ayuda de Chávez llegaba para sacar a Nicaragua de la pobreza. El fallecido comandante bolivariano prometió mega proyectos como la construcción de una refinería de petróleo bautizada como “El supremo sueño de Bolívar”, una inversión de cuatro mil millones de dólares que hasta ahora sigue inconclusa, sin que el Gobierno dé explicaciones sobre su futuro. “El proyecto se mantiene”, se ha limitado a decir el ministro de Energía y Minas, Emilio Rapacciolli. Sin embargo, en el terreno donde se puso la primera piedra de la refinería hace ya siete años, el 20 de julio de 2007, sólo se levantan tanques para el almacenamiento de petróleo. La gran infraestructura sigue pendiente, como pendiente sigue la inversión inicial de 700 millones de dólares anunciada por Xinwei, la empresa de telecomunicaciones china cuyo única inversión concreta hasta ahora es la remodelación de unas oficinas localizadas en una vieja torre que se levanta en una zona de la Managua terremoteada hace ya más de cuarenta años.