En América Latina, China acumula poder eléctrico: el caso de Chile

Fuente: Plan V

La compra y participación de estatales chinas en empresas eléctricas en algunos países en América Latina reflejan la decisión estratégica del gigante asiático por entrar de un negocio rentable que a la vez, según los críticos, pone en riesgo la soberanía energética de la región. ¿China busca ser la dueña del interruptor y del tomacorriente en América Latina?

Siete de cada diez dólares que China invirtió (USD 44.000 millones) en la compra de empresas en América Latina, entre el 2017 y el 2021, son para el sector eléctrico. El dato sale de un estudio del Centro de Políticas de Desarrollo Global de la Universidad de Boston, y fue difundido por la Fundación alemana Konrad Adenauer. Es una información que refiere a una decisión estratégica del gigante asiático para la región: ser “el dueño de la luz” en la región.

Según el informe de la Universidad de Boston, China ha entrado al sector eléctrico chileno con diez operaciones de M&A (fusiones y adquisiciones); con otras diez al mexicano; con tres al peruano y con nada menos que 112 al brasileño. Y esto solo en la generación eléctrica. China, con la misma voracidad compradora, ha venido adquiriendo empresas de distribución y transmisión eléctrica en los mismos países.

El caso chileno

Las empresas chinas han incrementado su participación en el sector de la distribución y la transmisión eléctrica chilena a través de inversiones directas, fusiones y adquisiciones, y alianzas público-privadas. Entre las empresas destacadas se encuentran State Grid Corporation of China (SGCC) y China Three Gorges Corporation (CTG).

SGCC adquirió una participación mayoritaria en Chilquinta Energía en 2020, una de las mayores distribuidoras de electricidad en Chile. Asimismo, CTG ha invertido significativamente en proyectos de energía renovable, incluyendo hidroeléctricas y parques eólicos.

Las empresas chinas han establecido alianzas con socios chilenos principalmente a través de fusiones y adquisiciones, así como contratos de colaboración en proyectos específicos. Estas asociaciones suelen ser en los sectores de generación y transmisión de energía. Por ejemplo, la alianza de SGCC con la empresa local Chilquinta Energía permitió a la empresa china operar directamente en el mercado chileno de distribución eléctrica.

La participación de empresas chinas en el sector eléctrico chileno es significativa. Aunque las cifras exactas pueden variar, expertos en el sector, consultados por Plan V, estiman que las inversiones chinas representan ahora una porción considerable del mercado energético chileno, especialmente en energías renovables y transmisión de electricidad.

El proceso de entrada y expansión de las empresas chinas en el sector eléctrico chileno comenzó a intensificarse en la última década. La estrategia incluyó la adquisición de empresas locales, inversión en infraestructura y la participación en proyectos de energía renovable. Estas inversiones han estado alineadas con la política de China de expandir su presencia global y asegurar recursos energéticos para su propio crecimiento económico.

Las empresas

Hay tres empresas chinas que están prestando servicio en el sector eléctrico chileno. Estas son:

State Grid Corporation of China (SGCC) / State Grid International Development Limited (SGIDL): En 2020, SGCC adquirió Chilquinta Energía, una de las mayores empresas de distribución eléctrica en Chile.

Según el informe de la Fiscalía Nacional Económica, FNE, de Chile, SGIDL es una sociedad holding de inversiones constituida en la República Popular China, de propiedad en un 100% de State Grid SGCC, la titular de las inversiones y operaciones de energía eléctrica de SGCC fuera de China. En Chile, SGIDL controla indirectamente a Chilquinta y Tecnored mediante sociedades relacionadas a SGCC en la propiedad de Transelec S.A. Transelec Pacific Hydro. A su vez, SGCC es dueña indirectamente de un 24,9 % del capital social de la empresa portuguesa Redes Energéticas Nacionais SGPS, S.A., la que es titular, indirectamente, del 100% de Empresa de Transmisión Eléctrica Transemel S.A. Transemel , y del 42,5% de Electrogas S.A.

China Southern Power Grid, a su vez, adquirió una participación del 27.7% en Transelec en 2018 por aproximadamente USD 1.3 mil millones, lo que incrementó su influencia en el sector de transmisión eléctrica en Chile.

Three Gorges Corporation (CTG) / Inversiones en energías renovables: CTG ha invertido fuertemente en el sector de energías renovables en Chile, incluyendo proyectos de parques eólicos e hidroeléctricos. Estas inversiones forman parte de la estrategia de China de expandir su presencia global en el sector de energías limpias.

CHINA SOUTHERN POWER GRID: ADQUIRIÓ UNA PARTICIPACIÓN DEL 27.7% EN TRANSELEC EN 2018 POR APROXIMADAMENTE USD 1.3 MIL MILLONES, LO QUE INCREMENTÓ SU INFLUENCIA EN EL SECTOR DE TRANSMISIÓN ELÉCTRICA EN CHILE.

Las modalidades de alianzas de las empresas chinas en Chile tiene tres formatos:

Fusiones y adquisiciones: Empresas chinas como SGCC han adquirido compañías chilenas para consolidar su presencia en el mercado y acceder a infraestructuras ya establecidas.

Joint ventures: Las empresas chinas establecen asociaciones con empresas chilenas para compartir recursos y conocimientos en el desarrollo de nuevos proyectos.

Contratos de colaboración: Estas alianzas suelen centrarse en proyectos específicos, donde las empresas chinas y chilenas trabajan juntas para construir o mejorar infraestructuras energéticas.
Actualmente, las empresas chinas controlan más del 50% del mercado de distribución eléctrica en Chile. 

El interés chino en el sector eléctrico chileno comenzó a manifestarse de manera más notoria a partir de la segunda década del siglo XXI. Las empresas chinas, apoyadas por su gobierno, buscaron expandir su influencia globalmente en sectores estratégicos como el de la energía, y Chile se convirtió en un objetivo atractivo debido a su estabilidad económica y políticas favorables a la inversión extranjera.

Foto referencial

Adquisiciones clave

1. Compra de Chilquinta Energía: En octubre de 2019, State Grid Corporation of China (SGCC) compró Chilquinta Energía, una de las mayores distribuidoras de electricidad de Chile, por aproximadamente USD 2 mil millones. Esta adquisición fue un paso significativo que marcó la entrada de SGCC en el mercado eléctrico chileno.

2. Adquisición de CGE: En noviembre de 2020, SGCC consolidó su presencia en Chile al adquirir la Compañía General de Electricidad (CGE) por alrededor de USD 3 mil millones. CGE es la mayor empresa de distribución eléctrica del país, y esta compra permitió a SGCC controlar más del 50% del mercado de distribución eléctrica en Chile.

3. Participación en Transelec: En 2018, China Southern Power Grid adquirió una participación del 27.7% en Transelec, la mayor empresa de transmisión eléctrica en Chile, por aproximadamente USD 1.3 mil millones. Esta inversión estratégica les permitió tener una influencia considerable en la infraestructura de transmisión eléctrica del país.

Estas adquisiciones no solo marcaron la entrada de las empresas chinas en el mercado chileno, sino que también reflejaron una estrategia más amplia de expansión en América Latina, enfocándose en sectores críticos como la energía. Las inversiones chinas han sido respaldadas por acuerdos bilaterales y un fuerte apoyo institucional tanto de China como de Chile.

Impacto y controversias

La creciente presencia de China en el sector eléctrico chileno también ha generado preocupaciones. Aunque estas inversiones han inyectado capital y contribuido al desarrollo de infraestructura crítica, han surgido inquietudes sobre la soberanía energética y la influencia extranjera en sectores estratégicos de la economía chilena.

La adquisición de empresas clave por parte de SGCC ha sido vista con recelo por algunos sectores políticos y económicos en Chile. Un informe del Programa Asia-Pacífico, de la Biblioteca del Congreso de Chile, de diciembre del 2023, relata que:

«La primera inversión china en Chile fue en 2013 en el sector de energías renovables a través Sky Solar. En 2015, State Power Investment Corporation (SPIC) adquirió la totalidad de las operaciones de Pacific Hydro. En 2021 State Grid International Development (SGID) concretó la compra del 97,145% de la Compañía General de Electricidad (CGE) por USD 3.000 millones. Esta adjudicación la convirtió en el mayor actor del sector de distribución eléctrica en el país, con más de la mitad de los clientes del mercado. En 2018, China Southern Power Grid International (CSGI) concretó la compra del 27,79% de Transelec. En 2019, SGID compró Chilquinta por USD 2.230 millones. CSGI es también parte del consorcio que en 2021 se adjudicó la construcción de la megalínea de transmisión eléctrica que unirá las regiones de Antofagasta y Metropolitana por USD 1.480. Mientras que en 2023, destaca el anuncio de Tsingshan Holding durante la gira del presidente Boric a China, donde comprometió USD 233 millones para la construcción de una fábrica de baterías de litio en Mejillones».

State Grid Corporation of China (SGCC), la empresa que ha realizado ingentes adquisiciones de empresas de distribución eléctrica en la región.

USD 3000 MILLONES FUE LA CIFRA QUE DESEMBOLSÓ SGCC, EN NOVIEMBRE DE 2020, PARA ADQUIRIR LA COMPAÑÍA GENERAL DE ELECTRICIDAD (CGE), QUE ES LA MAYOR EMPRESA DE DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA DEL PAÍS. ESTA COMPRA PERMITIÓ A SGCC CONTROLAR MÁS DEL 50% DEL MERCADO DE DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA EN CHILE.

Futuro y perspectivas

El futuro de la participación china en el sector eléctrico chileno parece prometedor, con potenciales nuevas inversiones y proyectos en cartera. Sin embargo, este crecimiento también estará acompañado de un escrutinio continuo y posiblemente regulaciones más estrictas para asegurar que estas inversiones beneficien a la economía chilena sin comprometer la seguridad y la soberanía energética del país.

Durante el proceso de adquisición de la Compañía General de Electricidad (CGE) por parte de State Grid Corporation of China (SGCC), varios congresistas chilenos expresaron preocupaciones y presentaron objeciones. Entre los principales opositores se encontraba el diputado socialista Jaime Naranjo, quien presidía la Comisión de Economía de la Cámara Baja. Naranjo, junto con un grupo multipartidista de legisladores, presentó un proyecto de ley destinado a regular y elevar los estándares para las inversiones de empresas estatales extranjeras en Chile. Este proyecto proponía que dichas inversiones requerirían la aprobación de dos tercios del Congreso. Las inquietudes giraron en torno a la concentración de control en manos de empresas estatales chinas en sectores estratégicos como la distribución de electricidad. Legisladores y analistas argumentaron que la venta de CGE a SGCC, junto con la adquisición previa de Chilquinta Energía, otorgaba a la empresa china un control significativo sobre la infraestructura crítica del país, cubriendo más del 50% del mercado de distribución eléctrica.

Esta inversión china tiene que ver incluso con la seguridad nacional y aspectos geopolíticos, pero sobre todo la preocupación del grupo de legisladores en torno al tema se anclaba en el carácter estratégico de que una empresa extranjera de control estatal, como las chinas, incluyera información de más de cuatro millones de clientes.

A pesar de estas preocupaciones, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) aprobó la adquisición sin condiciones. Su informe concluyó que la fusión no disminuiría sustancialmente la competencia en los mercados de generación, transmisión y distribución de electricidad en Chile. Esta decisión se basó en un análisis exhaustivo que consideró diversas variables del mercado y la estructura regulatoria existente. Aunque hubo denuncias y preocupaciones expresadas por varios congresistas sobre la influencia extranjera en sectores estratégicos, la adquisición de CGE por SGCC se llevó a cabo siguiendo el marco legal y regulatorio chileno, según las autoridades de control y fue aprobada sin impedimentos significativos.

LA FISCALÍA NACIONAL ECONÓMICA (FNE) DE CHILE APROBÓ LA ADQUISICIÓN SIN CONDICIONES. SU INFORME CONCLUYÓ QUE LA FUSIÓN NO DISMINUIRÍA SUSTANCIALMENTE LA COMPETENCIA EN LOS MERCADOS DE GENERACIÓN, TRANSMISIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE ELECTRICIDAD EN CHILE.

Sobre la preocupación de sectores políticos chilenos y de la propia industria respecto a la seguridad nacional o estrategias geopolíticas, la autoridad en materia de Competencia dijo en su informe final que el diseño institucional del régimen de control de concentraciones en Chile “no le confiere atribuciones para pronunciarse respecto de otras consideraciones de interés nacional o público tales como consideraciones de estrategia geopolíticas, de defensa o seguridad nacional, etc, distintas de la determinación de si una operación puede resultar apta o no para reducir sustancialmente la competencia. En razón de ello, no se analizó el mérito ni plausibilidad de algunas preocupaciones manifestadas en la Investigación por parte de ciertos actores de la industria relativos a eventuales afectaciones al interés o seguridad nacional, en sentido amplio, que a su juicio conllevaría el perfeccionamiento de la Operación, toda vez que exceden el ámbito de atribuciones legales de esta Fiscalía”.

Aunque las preocupaciones políticas locales fueron zanjadas por la autoridad de competencia chilena, las voces en el continente se han multiplicado, alertando del “riesgo” de que el gigante asiático se convierta en el “dueño del interruptor” en varios países de América Latina.

La fundación alemana Konrad Adenauer, KAS, a través de su publicación Diálogo Político se preguntó «¿qué hay detrás de ese apetito energético? Primero, una inteligente mirada financiera. En la mayoría de países, el negocio de repartir electricidad a hogares y pequeñas empresas (lo que se conoce como mercado regulado) es rentable casi por naturaleza. No hay que competir por la venta final, porque las zonas de reparto están separadas, y el precio lo pone el organismo supervisor con la consigna de asegurarle un margen de beneficio a la compañía. Rara vez la gente consume menos electricidad que antes».

El “gran riesgo” fijo la KAS, es entregar el control casi total del interruptor de la luz a una potencia global, cuyas empresas estatales hoy operan como buques insignia de su modelo económico y de sus ambiciones geopolíticas.

En la actualidad, empresas públicas chinas controlan en Chile el 56% del mercado de la distribución eléctrica. Así como también son protagónicas en el mercado de transmisión, cuando en diciembre del 2021 un consorcio liderado por China Southern Power Grid International (CSGI) se adjudicó, en licitación internacional la Línea de Transmisión HVDC de 600 kV Kimal-Lo Aguirre. La línea, de 1.400 kilómetros  conectará Antofagasta, en el norte del país, con la capital, Santiago, cruzando cinco regiones. Se preveía entonces una inversión de USD 1.900 millones, de acuerdo con el informe A diez años de la inciativa de la Franja y de la Ruta (Seeger, 69).

El inusitado interés de China por invertir en al distribución y transmisión en Chile tiene su explicación, según los autores del informe, en la potenciación de “nuevos mercados de destino para productos y servicios tecnológicos. Los objetivos mundiales de reducción de emisiones de Gas de Efecto Invernadero, GEI, han creado interesantes oportunidades de negocios”, entre estos, la electromovilidad, la generación de almacenamiento (baterías de litio) de energías renovables, que incluso con la producción intensiva de hidrógeno verde, H2V, puede, por primera vez, “importar” energía desde Chile hacia el Asia, con una proyectada línea submarina. 

En torno a la electromovilidad, el gigante energético BYD ha asegurado en Chile concesiones para la producción de litio, mineral básico para las baterías de los vehículos eléctricos, a la vez que ha ganado terreno en el mercado de los vehículos de transporte público y de uso particular. Además, con una agresiva estrategia de cooperación interinstitucional, la gigante china firmó en la sede en Quito, Ecuador, de la Organización Latinoamericana de Energía, OLADE, un Acuerdo de Cooperación Interinstitucional para “avanzar en la causa de la movilidad eléctrica en América Latina y el Caribe”.

La OLADE agrupa a 27 países de la región y este acuerdo busca, según información oficial del organismo, la promoción de la movilidad sostenible, la realización de talleres y la formación especializada en electromovilidad para el sector público y privado, la academia, los gremios de transportistas, entre otros.  En el marco del convenio, BYD donó un vehículo eléctrico modelo Tang EV y una estación de carga para visitas y desmostraciones técnicas para universidades, institutos tecnológicos, gremios… Además, “los vehículos de BYD —dice el Acuerdo— se utilizarán en los estudios de electromovilidad de OLADE, alineándose con sus planes de trabajo”.

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