Fuente: brujulacomunicacion.com
La visita de Mauricio Macri a China se da en un contexto donde los gobiernos de ambos países necesitan demostrar que cumplirán sus promesas. Xi Jinping la de extender su influencia en medio del retroceso de EEUU y Macri la de conseguir las inversiones prometidas que hasta ahora no logró con sus socios predilectos: EEUU y Europa.
La cumbre mundial impulsada por China tiene como centro anunciar grandes planes de financiamiento internacional, principalmente de infraestructura, en un momento en que EE.UU. y Europa retroceden en el ámbito de la cooperación internacional. Sobre esta disputa se entiende que los principales países del mundo no hayan enviado a la cumbre más que funcionarios de 2º y 3º línea.
Además de Argentina asisten los presidentes de Chile, Rusia, Turquía, Kazajistán, Bielorrusia, Filipinas, España, Italia, Polonia, Malasia y Mongolia.
El centro de los encuentros de esta semana fue el Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, iniciativa de inversión con la que China busca conectar Asia, África y Europa por las antiguas rutas de la Seda, utilizada hace cientos de años por las grandes dinastías chinas, y así garantizarse tanto el aprovisionamiento de materias chinas, como mercados para su superproducción industrial.
En este foro el gigante asiático anuncio un aporte de 100.000 millones de yuanes (u$s 14.500 millones) al fondo de la Ruta de Seda de China; 250.000 millones de yuanes en programas especiales de préstamos al Banco de Desarrollo de China; y 130.000 millones de yuanes al Banco de Importación y Exportación de China para apoyar la colaboración en infraestructura, capacidad industrial y financiamiento.
Se fueron todos
A veces para analizar la importancia que para un gobierno tienen las giras internacionales sirve hacer un reconto de los funcionarios que son parte de la comitiva. En el caso de este viaje Macri se llevó a casi todo el gabinete. Viajaron Susana Malcorra (Canciller), Juan José Aranguren (Energía), Rogelio Frigerio (Interior), Guillermo Dietrich (Transporte), Francisco Cabrera (Producción) y Ricardo Buryaile (Agroindustria) y el ministro de Finanzas, Luis Caputo.
Como varias de las inversiones que van a buscar se harán en diferentes provincias, también se subieron al avión los gobernadores Sergio Uñac (San Juan), Gerardo Morales (Jujuy) y Alberto Weretilneck (Río Negro).
En busca de la lluvia esperada
Días antes de emprender el vuelo a Beijing el gobierno público en el Boletín Oficial una resolución que pasó casi desapercibida. Sin embargo la Resolución 74-E/2017 incluye un anexo con los 16 proyectos de “cooperación de infraestructura prioritaria” que forman parte del “Plan Quinquenal Integrado China-Argentina para la Cooperación en Infraestructura (2017-2021)” acordado el 18 de abril pasado en Beijing.
Entre los acuerdos firmados en abril y que tratara de avanza en este viaje se encuentran:
1. Rehabilitación de los sistemas ferroviarios de la línea San Martín
2. Rehabilitación de los sistemas ferroviarios de la línea Roca
3. Rehabilitación de los sistemas ferroviarios de la línea Mitre
4. Rehabilitación de los sistemas ferroviarios de cargas del ferrocarril Urquiza
5. Rehabilitación de los sistemas ferroviarios de cargas del ferrocarril Belgrano
6. Material rodante para pasajeros de Buenos Aires
7. Centrales nucleares IV y V
8. Estación de energía fotovoltaica de Jujuy “Cauchari”
9. Planta hidroeléctrica El Tambolar
10. Planta hidroeléctrica “Chihuido”
11. Planta hidroeléctrica “Potrero del Clavillo”
12. Parque eólico “Cerro Arauco”
13. Estación hidroeléctrica “Los Blancos”
14. Dragado del río “El Salado”
15. Sistema de transmisición eléctrica de las represas Kirchner y Cepernic
16. El polo energético Zárate. Centrales elécricas alimentadas por gas CCPP
El Foro de la Franja, la globalización al palo
Todas estas posibles inversiones se dan en el marco de un plan de Pekin de ganar terreno en el ámbito del financiamiento internacional ante la supuesta retirada de EEUU, tras la llegada de Trump, de esa función en el mundo.
“A través del desarrollo del ‘Cinturón y Ruta de la Seda’ esperamos desencadenar nuevas fuerzas económicas para el crecimiento global, construir nuevas plataformas para el desarrollo global y reequilibrar la globalización económica para que la humanidad se acerque más a una comunidad de destino común”, dijo Xi al cierre del encuentro que reunió a representantes de 30 países y tuvo como eje golpear la idea del proteccionismo comercial y profundizar el camino de la globalización económica.
Esta iniciativa que impulsa el gobierno chino y que figura como uno de los pilares fundamentales de su plan quinquenal de gestión, fue propuesta en 2013 por el presidente Xi Jinping, en un intento por revitalizar la economía global.
Son seis corredores económicos, con diferentes asociaciones de cooperación bilateral o regional. En la ruta marítima, China incluye a los países América latina.
China es el adalid de esta política de apertura, debido a que es su principal beneficiario. Necesitado de materias primas que obtiene del resto del mundo, y en busca constante de mercado para su producción industrial sobrante, no podría ser de otra manera.
En ese marco y en sintonía con los aires globalizadores impulsados por China, Mauricio Macri en su participación en el foro “Una Franja y Una Ruta para la cooperación internacional” puso el centro en las obras de la Hidrovía Paraná-Paraguay, obras que permitirían profundizar el transporte de productos entre la Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, desde y hacia el océano Atlántico, bajando el costo de las empresas exportadoras y por ende a los compradores de la materia prima que se extrae en el sur de nuestro continente, de los cuales uno de los principales es justamente China.
El presidente Argentino, que junto a la primera mandataria chilena Michel Bachelet son los únicos dos presidentes latinoamericanos en la cumbre, también señaló que los corredores bioceánicos “le posibilitan a la Argentina y Chile conectarse hacia el Atlántico y el Pacífico”
“Estamos potenciando la dimensión bioceánica regional a través de un diálogo sistemático y una agenda de convergencia entre los dos principales bloques económicos de América Latina: el Mercosur y la Alianza del Pacífico”, apuntó Macri, quien explicó que “tenemos interés en que ‘Una Franja, Una Ruta’ se articule con IIRSA (proyecto de interconección latinoamericano) para impulsar entre nuestras regiones a la clave del siglo XXI: la conectividad”.
Sobre el financiamiento de las obras en la hidrovia el embajador argentino Diego Guelar dijo días atrás a la agencia Télam que “esta gran obra de infraestructura va a tener crédito del nuevo banco de inversión asiático”.
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), el banco multilateral encabezado por China, ha otorgado cerca de u$s 1700 millones en préstamos para nueve proyectos a través del BAII. El mismo embajador argentino en China, Diego Guelar, aseguró que durante el viaje de Macri se anunciará la incorporación de nuestro país al BAII.
Las inversiones que quiere y las que consigue
Una semana ante de viajar el presidente argentino aseguro a la agencia china de noticias Xinhua (una especie de Telam chino), que su administración está “desregulando todo lo posible la economía para que haya más oportunidades de inversión”, y auguró que la potencia asiática “puede ser un muy buen socio del desarrollo futuro del país”.
Este entusiasmo en la relación con el gigante asiático, no ha sido sin embargo tan “apasionado” desde el comienzo de la gestión del Macri. Si bien las relaciones con China son de larga data en la familia Macri (Franco es uno de los principales representantes de los intereses chinos en América Latina desde hace años y fue uno de los pilares de la relación del kirchnerismo con China), las intenciones de relaciones carnales de Mauricio eran otros.
Un ejemplo del cambio que representa la búsqueda de inversiones en China podemos rastrearlo en la primera cumbre empresarial que el macrismo organizó en Argentina y que bautizó “Mini Davos”. Allí, en los días del principio de su gestión, no había un solo empresario chino. La gran mayoría provenía de EEUU y Europa, los capitales que el macrismo prefería y que además habían comprometido inversiones, pero estas nunca llegaron. O están tardando demasiado.
Incluso quedo claro que desde esos parajes no lloverían inversiones ni siquiera en forma de llovizna, tras la visita oficial a EEUU. De allí Macri solo trajo algunas palmadas en la espalda de Trump y el recuerdo de antiguos negocios, pero no logró sus dos principales objetivos: destrabar el bloqueo al biodiesel argentino (un pedido urgente de las multinacionales aceiteras instaladas en nuestro país) y conseguir inversiones yanquis en Vaca Muerta.
Incluso en campaña electoral durante el 2015 fueron cuestionados los tratados financieros y las obras acordadas con China por el kirchnerismo, como la base militar/espacial en Neuqeun y las condiciones del acuerdo por las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz.
Ahora el presidente argentino, ante las billeteras cerradas de occidente, y fundamentalmente del sector privado, se lanza de brazos abiertos a abrazar a oriente y a la búsqueda de capital estatal, y en esa búsqueda reafirma y convalida todo lo hecho por el kirchnerismo en la relación con China. Pero todo tiene su precio. ¿Qué pide China a cambio de las inversiones?
Las ¿nuevas? relaciones carnales de inversión
Tanto los acuerdos de inversión gestionados durante el kirchnerismo como los que gestiona ahora el macrismo tienen la misma base. Préstamos para inversión, principalmente en infraestructura, a tasas bajas (o más bajas que las de los tradicionales mercados internacionales de crédito) a cambio de que las obras tengan preferencias con los proveedores chinos. Ese ha sido el mecanismo por el que las empresas chinas han penetrado en toda América Latina y África en las últimas dos décadas.
Así sucedió con las obras de las represas en el sur, construidas por una sociedad entre Electroingenieria (empresa ligada al kirchnerismo) y la empresa china Gezhouba Group.
Algo similar sucedió con los gasoductos troncales en Córdoba donde las obras habían sido adjudicadas a dos UTE conformado por las empresas Electroingenieria junto a China Petroleum Pipeline Boreau (CPP); Iecsa (vinculada a la familia Macri)y China Communications Construction Company Ltd. (CCC) y la brasileña Odebrecht (denunciada por corrupción y socia de los capitales chinos en toda América Latina).
Esta obra tuvo que ser relicitada porque los bancos chinos que habían comprometido financiación, nunca a efectivizaron. En el medio estuvo la presión de Techint al gobierno, porque el contrato de inversión incluía que los tubos necesarios para el gasoducto se trajeran de China. A pedido de la empresa de Paolo Rocca el gobierno abrió una investigación por supuestos precios desleales del material que llegaba de China, la respuesta fue que la plata para hacerlo no llegó.
El poder de la billetera del inversor se hace sentir cada vez que tiene la oportunidad, más allá de los aires de cooperación “desinteresada” o interesada en el desarrollo armónico del mundo que el gobierno chino intenta imprimirle.
Algo similar sucedió con las represas Nestor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz. Esta fue la licitación de obra pública más grande hecha durante el kirchnerismo y también una de las más cuestionadas por su posible impacto ecológico no estudiado, y por sospechas de retornos y corrupción en su trámite.
Cuestionada por el gobierno de Macri desde los primeros días, en diciembre pasado se hizo lugar a un amparo de organizaciones ambientalistas en la Corte Suprema de Justicia, que impedía se lleven adelante las obras hasta comprobar el impacto ecológico. También se pusieron en duda los costos de la realización de la obra. Desde entonces están suspendidos los trabajos, sin embargo y como figura en el Anexo I de la resolución que Macri acordó con el embajador chino en abril en Buenos Aires y que firmo antes de viajar a China, el avance de esa obra y de las centrales nucleares negociadas por Julio De Vido son condiciones determinantes para el estado chino para hablar de nuevas inversiones.
Cualquier expectativa de investigación real tanto de impactos perjudiciales al ambiente por parte de las represas, así como la investigación de sobreprecios o hechos de corrupción en su licitación parecen haberse esfumado con la firma de esa resolución.
Algo similar sucedió con Gerardo Morales en Jujuy, que en campaña denunció las inversiones chinas en un parque fotovoltaico y ahora las propicia, de hecho es uno de los 3 gobernadores que viajo con Mauricio Macri.
En el medio de las idas y vueltas con estos proyectos, China no compró más aceite de soja a Argentina, cosa que algunos atribuyen al aumento de procesamiento chino.
Sin embargo en ese periodo en que Argentina paso de vender 539 mil toneladas de aceite de soja crudo en 2015 a nada en el año siguiente (siendo que en el año 2012 llegó a comprar 752 mil tn) China siguió comprando a Brasil y Ucrania.
Quizás por eso, y por las relaciones desarrolladas durante la última década, es que esta semana los principales defensores de las relaciones con China, e incluso quienes reclaman se les reconozca como los iniciadores, son los principales referentes del kirchnerismo.
La misma Cristina Kirchner inundó su tuiter de notas y artículos del diario Pagina 12 donde se resaltaba no solo las virtudes de la relación con China sino del rol iniciático del kirchnerismo asociado a Franco Macri.
En el mismo sentido se pudo leer festejando al empresario Gerardo Ferreryra, uno de los empresarios insignia de kirchnerismo y socio local de la mayoría de las empresas chinas que realizan obra pública en el país. En el ámbito provincial hasta Agustín Rossi recorrió medios locales alabando las bondades de mantener la relación con el gigante asiático.
¿El supermercado o el granero del mundo?
En 1954 se realizó la primera exportación directa de Argentina a China, y fue un cargamento de cereales, 63 años después la cosa no parece haber cambiado mucho.
El presidente Mauricio Macri en su intervención en el Foro “Una Franja y Una Ruta para la cooperación internacional” resaltó hoy la importancia de la Argentina como vendedor de alimentos y prometió “duplicar” la producción en los próximos años y subrayó que la Argentina “es un gran productor de alimentos”, que actualmente tiene capacidad para cubrir la demanda de 400 millones de personas, que puede aumentar su producción de “manera exponencial”, y que su objetivo es “duplicar esa producción en los próximos años”.
Allí el primer mandatario argentino explicó que “en Argentina queremos dejar de ser granero del mundo para ser supermercado del mundo y agregarle valor a las materias primas”.
Sin embargo y más allá de los titulares y las expresiones de deseo, los números de la relación bilateral Chino-Argentina muestran otra realidad.
Para China la Argentina es una fuente de materias primas, y en 2016 un 63% de las divisas que ingresaron al país por ventas realizadas a la nación asiática correspondió a colocaciones de poroto de soja.
Incluso producciones con algún valor agregado como el aceite y la harina de soja tuvieron un derrumbe significativo en las exportaciones al país asiático.
De hecho además de la producción del complejo sojero son pocos los productos argentinos que llegan a China, y casi nulos en lo que a agregado de valor corresponde.
Los productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA) representaron en volumen el 67% del total de exportaciones de 2016, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y China posee casi un monopolio en la exportación del poroto argentino con el 87% del total
Y la cosa no parece que vaya a cambiar, ya que dentro de las posibilidades de nuevos acuerdos para exportar productos argentinos no resalta ninguno con demasiada mano de obra nacional y valor agregado.
El viaje de Macri hará el intento de habilitar acuerdos para el ingreso de arándanos, uvas frescas, miel, arvejas y cerezas y tratará de destrabar la entrada de vinos argentinos y carnes envasadas. A pesar de estos intentos los volúmenes que pueden exportarse no representan mucho frente al complejo sojero.
A cambio de agilizar ese ingreso China presiona para que se instale una agencia sanitaria china directamente en el Ministerio de Agroindustria, un acuerdo que ya había hecho el kirchnerismo.
Mientras el macrismo desarticula el control que Senasa hacía en los puertos exportadores, entregándoselo a privados, apura la instalación de este Senasa chino que servirá para “controlar” desde aquí que se exporta.
Por otro lado es llamativo que el macrismo hable del “supermercado del mundo” mientras en el país deja caer a una de las principales empresas lácteas como Sancor, y no lleva absolutamente ninguna láctea al Salón Internacional de la Alimentación (SIAL China) de este año. Sobre todo siendo uno de los rubros que más valor agrega a la producción agroindustrial generando más de 30 mil puestos de trabajo en todo el país.
Cuando el gobierno habla de duplicar la producción de alimentos, los únicos esfuerzos que se ven en tierra argentina por parte del estado están centrado en mejorar la infraestructura del complejo sojero.
Este año tanto el gobierno nacional, como el de la provincia de Santa Fe prometieron invertir 10 mil millones de pesos y 1000 millones respectivamente en la infraestructura del complejo agroexportador, un pedido de la Bolsa de Comercio de Rosario y de las exportadoras multinacionales (de las cuales china ocupa el segundo lugar tras la compra por parte de COFCO de Nidera y Noble).
A esto hay que sumarle las inversiones que se buscan para profundizar la hidrovia Paraguay-Paraná, por donde centralmente bajan materias primas de Latinoamérica para ser despachadas a Asia.
La dimensión de la inversión en este complejo no es ni infinitamente comparable con la diminuta inversión hecha en fomentar las economías regionales y la producción de alimentos.
A las palabras y las buenas intenciones se las lleva el Paraná.
Entra más de lo que sale
Incluso contando la inmensa exportación sojera la Argentina mantiene un déficit comercial de u$s 5000 millones con China. En el primer trimestre de 2017, según los últimos datos oficiales publicados por el Indec, Argentina registró un déficit comercial con China de 1758 millones de dólares. O sea compra más de lo que vende.
China absorbe el 8,5% de las exportaciones locales (60% es soja y derivados), y provee el 18% de nuestras importaciones, principalmente artefactos electrónicos y cada vez más bienes de capital y maquinaria.
Pero el futuro, contando con el estrechamiento de relaciones, es aún más preocupante. Según el Pronóstico del Comercio Internacional elaborado dos veces al año por el banco HSBC y Oxford Economics, que analiza el comercio bilateral y calcula las exportaciones e importaciones entre naciones los equipos de transporte resultarán los principales insumos de importación y contribuirán en un 26% el crecimiento de las importaciones desde China a la Argentina en 2030. La industria argentina depende de la importación de estos equipos para el posterior ensamble de autos y hoy se los provee en gran parte Brasil y Estados Unidos.
El rubro de maquinarias industriales crecerá 23% en los próximos 15 años, asegurándose el segundo lugar, y los químicos permanecerán en la tercera posición. Detrás se encuentran los equipos de tecnología y comunicación de la información, que con un crecimiento de 7% desplazarán a los productos de petróleo, que sólo alcanzarán un 3%.
Según estas estimaciones Brasil mantendrá el primer puesto de exportador hacia Argentina que hoy ostenta, pero China superará a EEUU conquistando el segundo lugar.
Seguiremos exportando materia prima para exportar cada vez más producción industrial, en resumen seguiremos importando trabajo chino.
Se enfría la guerra comercial
A esta previsión preocupante habría que agregarle los inciertos efectos que tendrá el reciente pacto comercial firmado entre China y EEUU, tras la visita de Xi Jimping a Donald Trump hace un mes, en la que acordaron reducir el déficit comercial que hoy beneficia a China y en 2016 fue de casi 350.000 millones de dólares
En principio el enfriamiento de lo que amenazaba ser una guerra comercial impulsada por las amenazas de Trump de cerrar las fronteras a la producción china parece haber reactivado el comercio internacional.
La economía mundial volvió a crecer en el primer trimestre de 2017 (3,7% anual), tras experimentar 6 años de estancamiento y esto fue impulsado por la expansión china del 6,9% anual, el nivel más alto de los últimos 7 años.
Y si China crece, crece la demanda de agroalimentos en el mundo, las importaciones de soja han aumentado más de 20% en China en el primer trimestre del año, y lo hacen a un ritmo que es el doble del experimentado en los últimos 7 años
Esto hasta ahora ha beneficiado principalmente al complejo sojero norteamericano con un aumento de las exportaciones de granos de Estados Unidos, en especial la soja, cuya exportación creció 62% anual en abril, y alcanzó las 521.218 toneladas en la semana concluida el 27 de ese mes. Es el mayor nivel de ventas de soja en el exterior desde 1997.
Ahora se ve que más allá de los discursos no fue casual la elección de Terry Branstad, gobernador republicano del estado de Iowa, para ser el embajador estadounidense en China. El gobernador de Iowa fue uno de los republicanos más activos en apoyar al magnate durante su campaña y fue gobernador de uno de los principales estados agrarios y productores de granos.
Algunos analistas arriesgan la proyección de que tanto Brasil como Argentina se verán beneficiados con este nuevo equilibrio mundial y el crecimiento de la demanda de producción agrícola.
Lo que no explican es donde irá a parar la gigantesca producción industrial que China deberá mermar en los envíos a EEUU para equilibrar la balanza comercial. Quizás allí esto una de los pilares de las previsiones del Pronóstico del Comercio Internacional del HSBC.
Todavía no se hizo público ningún anuncio concreto, pero está claro que China encuentra ahora en Macri, como antes en el kirchnerismo, un socio perfecto para sus planes de expansión de mercados y mejoramiento de los costos que implica cubrir sus necesidades de aprovisionamiento.
La gran pregunta es si la Argentina saldrá beneficiada o solo servirá, como históricamente sucedió en la relación con las grandes potencias, para beneficio unilateral de los poderosos del mundo. Nada parece indicar lo contrario.