Fuente: Clarín
No son los 20.000 millones de dólares que Néstor Kirchner había soñado y, más que soñado, anunciado para espantar el drama de la deuda externa. Los 17.000 millones de Macri en China tienen un aire de familia con los acuerdos de Cristina.
En 2004 Kirchner anticipó una partitura digna de Gardel. El plan que dejó trascender y nunca fue concretado incluía el famoso tren bala a Rosario y a Córdoba, 350.000 viviendas, caminos por todos lados y otros milagros.
“Una lluvia de palitos chinos”, tituló Página/12. Más que palitos chinos, un cuento argentino: diez años después los 20.000 millones se convirtieron en acuerdos para las centrales hidroeléctricas santacruceñas rebautizadas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, por el gobernador depuesto por una asonada lopezrreguista en 1974.
No podrían llamarse Lázaro Báez porque el socio de los Kirchner acababa de ser denunciado por Leonardo Fariña. Báez había comprado los campos que las centrales inundarían, inundándose él mismo de fuertes indemnizaciones, y encabezaba uno de los cinco consorcios que pelearon la licitación.
Cristina decidió a último momento un enroque. Reemplazó a Báez por otras manos amigas: las de Electroingeniería, que en la década ganada ganó como Báez a la sombra del kirchnerismo. También a último momento y para sorpresa de todos, Electroingeniería bajó su precio y quedó primera. Un escándalo.
Las centrales están paradas pero no muertas. Pasaron a ser la más pesada herencia externa del Gobierno: un condicionante gigantesco. Macri amenazó con no hacerlas y los chinos no amenazaron, sino que pararon todos los acuerdos con la Argentina.
China negocia por paquetes, una obra atada a otra y a las otras. Se cae una, se cae todo. Las centrales no son todo sino una parte. En ese todo entran el parque eólico en Jujuy y la base en Neuquén, que se dice científica pero en Beijing figura en el Ministerio de Defensa.
Apurado, Kirchner buscó la foto que no fue. Cristina, de apuro, los swaps que salvaron al Banco Central sin reservas. Operación de cirugía mayor no apta para fotos, aunque Cristina se permitió imitar el modo de hablar de los chinos. ¿Qué se permitió Macri esta vez? Mostrarle a Xi Jinping un video con un gol suyo a lo Tevez. ¿Y que se permitió Xi Jinping? Hacer negocios en grande con nosotros.
En esta nueva foto Argentina está entrando fuerte en el campo de operaciones de China. Tanto que incluye dos centrales nucleares cuando hace rato las centrales nucleares dejaron de ser bien vistas. En el mundo están de salida.
Una es con tecnología canadiense ya probada en Río III. La otra es un prototipo con tecnología de uranio enriquecido que será probada aquí. Obvia cuestión de interés chino. Y a costo y riesgos de nosotros. China está probándola también en Pakistán, su socio político en Asia.
Los acuerdos con China requieren ser compensados con inversiones de otros países para conseguir una posición menos dependiente. O privadas, que muchos prometen pero pocos cumplen, al menos hasta hoy.
Cuanto más se retrasen inversiones de otras fronteras, más dependeremos de la relación con China. Lo bueno es que ahora Macri no pretende ser Gardel. Entrar y volver al mundo no es fácil. No hay milagros: nadie regala nada y lo mejor sería que nosotros no tuviéramos que regalar nada. Porque si no, sería repetición. Una más.