Fuente: BastionDigital
Para analizar si China pretende tener influencia política en América Latina, o simplemente comerciar, construimos una base de datos que abarca todas las relaciones comerciales y financieras de América Latina, tanto con China como con los EEUU, entre 2003 y 2014. Encontramos el dragón estaría desarrollando vínculos económicos con los países en donde el águila está menos presente.
¿Qué pretende China en América Latina, influencia política o simplemente comerciar? En un reciente artículo publicado en la revista Latin American Politics and Society proporcionamos una respuesta a esta pregunta que se basa en un análisis sistemático de los patrones de comercio e inversión chinos en la región entre 2003 y 2014. Esta pregunta es de suma importancia para descifrar las intenciones detrás de la gran expansión económica china en América Latina y otras regiones. Por desgracia, los hallazgos que voy a compartir son poco auspiciosos para aquellos que esperaban que el ascenso de China no fuera políticamente problemático para América Latina. Las tensiones entre el águila y el dragón parecen extenderse más allá del mar del Sur de China y prometen alcanzar a nuestra región en el futuro.
¿Cómo haría usted para averiguar si China está invirtiendo y comerciando en América Latina por razones político-estratégicas o meramente económicas? Nuestro equipo de investigación de la Universidad de San Pablo (Brasil) bajo la dirección de Francisco Urdinez concluyó que analizar las relaciones de Pekín con un solo país o un grupo de ellos (como la mayoría de los investigadores han estado haciendo hasta ahora) no serviría para capturar estas tendencias. En lugar de ello, construyó una base de datos que abarca todas las relaciones comerciales y financieras de América Latina, tanto con China como con los EE.UU. en el período antes citado. Nuestro presentimiento inicial fue que el dragón estaría desarrollando vínculos económicos con los países en donde el águila estaba menos presente, demostrando la existencia de consideraciones políticas más allá de las meramente económicas. Una fuerte correlación demostró nuestra sospecha era correcta y nos llevó a ir más profundo.
¿Por qué el comercio y la inversión china apuntan a aquellos países en donde los EE.UU. es menos influyente? La literatura existente sobre este asunto nos provee tres explicaciones plausibles:
Una primera posibilidad es que los países latinoamericanos estén buscando una “diversificación” de sus vínculos comerciales y financieros. Esta evaluación optimista ve a China como una mera alternativa para los líderes de la región. Los defensores de este punto de vista han puesto de manifiesto que los países de América Latina marginados por Washington por razones ideológicas son quienes buscan a Pekín y no al contrario. Este mecanismo es convincente (nos convenció por un tiempo) porque coincide con la retórica autonomista de los presidentes de América Latina. Para quienes creen en la “diversificación” no hay nada de qué preocuparse. China sería un instrumento de los países de América Latina y los EE.UU. podrían revertir la situación mediante la mejora de sus relaciones bilaterales con aquellos países que hoy miran hacia el este.
Un segundo mecanismo podría explicar la misma correlación. Lo llamamos “acomodamiento”. En esta historia alternativa, los países de América Latina no son los agentes, sino que es Pekín quien está tratando de acercarse a los países donde los EE.UU. es menos influyente. De esta manera, China reduciría la probabilidad de crear fricciones con los intereses estadounidenses mientras se expande en el propio patio trasero de este último. Para quienes creen en el “acomodamiento” Pekín no está interesada en competir con los EE.UU. (al menos por ahora), pero sabe que la búsqueda de espacio vital es un asunto sensible y quiere evitar cualquier conflicto.
El tercer escenario es el más sombrío de todos. Si adoptamos la visión pesimista de John Mearsheimer (Universidad de Chicago), podríamos pensar que los chinos están engañando al mundo y llevando adelante una estrategia de “contestación” o confrontación activa. Si este fuera el verdadero mecanismo detrás de la correlación antes mencionada, Pekín estaría usando su liderazgo económico para comprar amigos en América Latina entre aquellos países olvidados por Washington, arrancándolos de las garras del águila.
No es posible determinar cuál de estas tres hipótesis es correcta en un solo estudio. Quienes conocen la relación de China con países latinoamericanos individualmente y en profundidad son los más adecuados para explorar las implicaciones específicas de estos mecanismos causales. Sin embargo, en el artículo sí logramos testear y rechazar la hipótesis de la “diversificación”. Si los países latinoamericanos fueron los que se acercaron a China (y no al contrario), lo habrían hecho por igual a los sectores público y privado. Por el contrario, si Pekín fue el principal agente detrás del proceso, los actores altamente influenciados por el Partido Comunista (tales como empresas de propiedad estatal y los bancos públicos) deberían ser aquellos que se aproximaron a los países de América Latina fuera de la esfera de influencia de Washington, mientras que este comportamiento debería ser más débil o inexistente en el sector privado chino. Nuestros resultados apoyan la segunda historia. Pekín parece ser el agente principal en este proceso.
Aunque el crecimiento económico de China se ha ralentizado recientemente, Pekín continuará creciendo más rápido que Washington en las próximas décadas. En este contexto las interacciones estratégicas entre los las dos potencias alcanzarán mucho más allá del mar del Sur de China. El mencionado trabajo demuestra que estas interacciones ya alcanzaron América Latina. Así, a medida que la brecha entre China y EE.UU. se achique, la región enfrentará una elección mucho más maniquea entre el águila y el dragón.