Fuente: Clarín
Estamos tercamente empecinados en brindar alegría”, dijo Cristina Kirchner y así iluminó muchas zonas oscuras que vivimos en la Argentina. Esa frase, por ejemplo, le permite al gremialismo entender a la Presidenta: si no toca el Impuesto a las Ganancias, demora medidas contra el desempleo o destrata a sus dirigentes es una expresión de felicidad. Porque todo lo hace tercamente empecinada, con el mismo estilo con que impulsa un convenio de inversión con China que no causa júbilo entre los sindicalistas, sino, más bien, una enorme preocupación.
Apenas un privilegiado puñado de miembros de la CGT Balcarce recibió explicaciones la semana pasada por parte del ministro de Planificación, Julio De Vido, pero no alcanzaron para serenar a todos. El secretario de prensa de la central obrera K, Héctor Daer, del sector de “los Gordos”, introdujo otro elemento de fricción al afirmar ayer a Clarín que “es una vergüenza que la CGT no se haya reunido para debatir el tema” y, en su condición de diputado massista, advirtió que “lo que vamos a discutir en el Congreso implica entregarle a empresas chinas la potestad de ejecutar obras de infraestructura con trabajadores de ese país y también con productos del mismo origen”.
Para el dirigente de Sanidad, “es lo mismo que hacía Domingo Cavallo en los años noventa, cuando imaginaba a Corea del Sur como el objetivo comercial”. Por eso, tras destacar que “existe una sensación de desconcierto en el movimiento obrero”, dijo: “No tenemos que hacer lo que nos dice el Gobierno. Tenemos que independizarnos y tomar una posición para no perder la dignidad”.
Estas duras declaraciones revelan el grado de tensión que existe en la central que lidera Antonio Caló, cuyo consejo directivo no se reúne desde hace tres meses. De esa misma CGT kirchnerista surgieron las primeras críticas al acuerdo con China en boca de Gerardo Martínez, líder de la UOCRA, uno de los que estuvieron con De Vido y se conformó con los argumentos oficiales.
En poco ayudó a la paz interna en la CGT Balcarce que la Presidenta anunciara el jueves pasado, en un acto al que concurrió Caló, que la UOM va a recibir por parte del Estado un predio de 113 hectáreas en Ramallo y San Nicolás. Paradojas del destino: los que criticaban ferozmente a Hugo Moyano cuando era aliado del Gobierno por conseguir más beneficios para los camioneros que para el resto de los gremios, ahora creen que el metalúrgico tiene los mismos vicios.
La CGT Azopardo tampoco se reunió para analizar los efectos perjudiciales del convenio con China, pero sí lo harán el próximo jueves diversos gremios moyanistas que participarán de un plenario de sindicatos del transporte, donde se aprobará un documento en el que, entre otros puntos, se cuestionará el acuerdo con los chinos por tratarse de “una inversión que nos dejará atados de pies y manos”, como sostiene Juan Carlos Schmid, del gremio de Dragado y Balizamiento, uno de los pocos dirigentes que viene alertando sobre este tema en medio del llamativo silencio sindical.
Los únicos que pasarán a la acción para resistir el avance chino son los dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que este fin de semana, en un plenario nacional realizado en Salta, anunciaron una jornada de protesta contra el convenio para el 4 de marzo, que incluirá movilizaciones. Representantes de la CCC en el Frente Popular, que apoyan el proyecto presidencial de Víctor De Gennaro, también lograron que se arriara una bandera china en la base de uso científico-militar de ese país que se instaló en el paraje Quintuco, en Neuquén.
Curiosamente, la CCC es la agrupación más activa contra el acuerdo con China y está vinculada con la izquierda maoísta del Partido Comunista Revolucionario (PCR). Y, aunque integra la CTA opositora, no logró hasta ahora la adhesión de la central de Pablo Micheli. Quizá haya otras batallas, más domésticas, que mantienen entretenida a la dirigencia ceteísta, como la pulseada ante las decisivas elecciones del 25 de junio en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Convertido en emblema y en el principal sostén económico de la CTA rebelde, el sindicato estatal mostrará la lucha más frontal entre el oficialismo antikirchnerista y una lista de la oposición K, liderada por Edgardo Depetri, pero con una inquietante fisura entre aliados: los fieles a De Gennaro proponen la candidatura de Hugo “Cachorro” Godoy para seguir conduciendo ATE nacional, mientras que Micheli impulsa para ese cargo al jujeño Fernando “Nando” Acosta.
La pelea quedó expuesta en esta columna hace una semana cuando, a raíz de las elecciones impugnadas en la ANSeS, Micheli sostuvo que “la dirigencia nacional de ATE coquetea con el kirchnerismo y así perderá las elecciones de este año”. El líder ceteísta incluso criticó al gremio por “no tener una política coherente” y alertó: “Depetri pasa muy seguido por la sede de ATE”.
Los que conocen la CTA opositora por dentro admiten que Micheli tiene razón: De Gennaro y sus aliados interpretan que, ante el final de la era kirchnerista, hay que “rescatar” esa dirigencia de ATE que está alineada hoy con la Casa Rosada para darle un nuevo marco de contención.
Pero las fisuras ceteístas le dan más probabilidades al camporismo de avanzar en ATE Capital y de afianzarse como un sector consolidado, lo que demostraría cómo cunde el modelo cristinista: existen muchos dirigentes tercamente empecinados en brindar alegría, aunque sea a sus rivales.