Fuente: Clarin.com
Sostener la capacidad de apostar al largo plazo, en un mundo atravesado por la inestabilidad, y más aun desde la Argentina, golpeada como casi siempre por la incertidumbre, es una tarea difícil. Sin embargo, a ella se abocan los agricultores más serios, que piensan en la productividad futura de los suelos que trabajan, y también las empresas que hacen grandes inversiones vinculadas con las transformaciones que está registrando la economía global.
En este último grupo, el de las compañías que invierten leyendo los cambios que vive el mundo de hoy, puede anotarse a la argentina Biogénesis-Bagó, que anunció esta semana la conformación de un “joint venture” con la empresa china Hile Biotechnology, con la que ya comenzaron a construir una fábrica de vacunas contra la aftosa en el gigante asiático.
Los 60 millones de dólares que están invirtiendo en el proyecto apuntan a abastecer la creciente demanda de esas vacunas que tendrá el país más poblado del mundo, cuyo consumo de proteínas, a través de la carne, crece y debe seguir creciendo para abastecer a sus 1.300 millones de habitantes, que están cada vez más concentrados en ciudades y protagonizan una gran transformación en sus hábitos alimentarios, que seguirá en los próximos años.
En el soleado mediodía del lunes pasado en la planta de la compañía en Garín, donde se hizo el anuncio, Guillermo Mattioli, director general de Biogénesis-Bagó, dijo a Clarín Rural que ellos tendrán un 40% de la nueva compañía china, que se llamará Yangling Jinhai Biotecnology Co., y que sus socios asiáticos tendrán el resto. Los 60 millones de dólares se desembolsarán en la misma proporción.
Varios datos marcan la fortaleza que tiene el proyecto: China aplica unas 2.000 millones de dosis por año de vacunas anti aftosa y la compañía argentina tiene un rol central en la provisión en el continente americano, ya que además de su histórico rol en América del Sur, desde 2006 también sostiene el banco de reserva de vacunas de América del Norte (EE.UU. Unidos, Canadá y México).
“China es el segundo socio comercial de Argentina. Y es un país que claramente apunta a mejorar su status sanitario”, indicó Mattioli. Allí, en pocas palabras, está resumida buena parte de las fortalezas que tiene este proyecto, y de los objetivos que se plantea hacia el futuro.
Pero el objetivo no es proveer solo a China, sino ir más allá, al resto del continente asiático. Esa expansión, de la mano de los chinos de Hile Biotechnology, que hoy fabrican vacunas para aves y porcinos, posicionará a su compañía como el principal proveedor de vacuna antiaftosa a nivel mundial, indicó Mattioli.
La obra, que ya comenzó, insumirá 24 meses de trabajo. Sobre el final del 2015, la planta estará en condiciones de producir 400 millones de dosis por año, se informó. La fábrica se ubicará en la ciudad de Yangling, en la provincia de Shaanxi, cuya capital es Xian, un tesoro cultural de China, porque allí están los famosos Guerreros de Terracota.
El interés del propio gobierno chino es muy fuerte en este proyecto, dato que quedó en evidencia en mayo pasado, cuando el propio vicepresidente de China, Li Yuanchao, estuvo visitando la planta de Garín.
En el anuncio del lunes pasado se sumó el embajador de China en Argentina, Yin Hengmin, quien dijo que la concreción del proyecto muestra que las relaciones entre los dos países pasan el mejor momento de la historia y que, además, esta iniciativa “tiene un significado muy especial, porque es un proyecto de tecnología avanzada que no se hace entre países en desarrollo y uno desarrollado, como suele suceder, sino entre dos países emergentes”.
Si se consideran las exportaciones totales de Argentina, China es el segundo mercado del país, como recordó Mattioli, pero si se toman los embarques agropecuarios, es el primer cliente. Y este proyecto ratifica la importancia del vínculo. Ahora, con un cargamento de tecnología, conocimiento y mucho futuro.